Por supuesto me refiero al personaje del mí(s)tico cuento Rudisbroeck o los autómatas de Emiliano González (Los sueños de la bella durmiente, 1978).
En su tesis doctoral, Aquelarre en los bosques narrativos: la poética de lo fantástico en los cuentos de Emiliano González, Jorge Olvera Vázquez apunta que el título del cuento es una obvia correspondencia con Horacio Kalibang o los autómatas del argentino Eduardo Ladislao Holmberg (1879). Correspondencia acertada, pues el propio Emiliano me lo contó de viva voz en uno de nuestros encuentros (¿o fue en sueños?).
Lo que nos lleva al peculiar nombre de Johan Rudisbroeck…
Jorge Olvera señala que:
No puede dudarse, desde su casi homonimia, de la relación del personaje literario con
el místico medieval Jan Van Ruysbroeck (1293-1391), quien pasó la mayor parte de su
vida ejerciendo la meditación, la contemplación y la vida espiritual, alejado de la gente, en
los bosques de Groenendael.
Y continúa:
El apellido de Rudisbroeck, por otra parte, también deriva de rudbeckia, que aparece
como una de las flores animadas, del caricaturista francés J.J. Grandville. Vid., Emiliano
González, “De Elizabeth Siddal a Alice Liddel”, en Almas visionarias, FCE, México, 1987,
p. 129. Se trata de un libro de grabados publicado en 1847, titulado Les fleurs animeés,
con 54 grabados en dos volúmenes, donde la rudbeckia, en realidad, está representada
por la margarita común, pues su nombre se aplica también a un tipo de rudbeckia. A su
vez, el nombre de dicha flor proviene del anatomista y botánico sueco Olaf Rudbeck.
(AQUÍ pueden ver todas las imágenes)
Pero las correspondencias no son exclusivas de Rudisbroeck. Por ejemplo, la princesa Glinda puede referirse a Glinda, la bruja buena del sur en El maravilloso mago de Oz de Frank Baum.
O (una de mis correspondencias favoritas) el personaje Braulio, "el hombre león", "el hombre perro", "el hombre más feo del mundo", puede referirse a Julia Pastrana. De hecho, su nombre se menciona en el texto:
Los más antiguos casos, como Nabucodonosor, y los más modernos, como Julia Pastrana, "la mujer gorila" exhibida en los circos europeos al declinar el siglo, coinciden en lo esencial: capilaridad monstruosa.
Además, el extraño teatro en tinieblas donde se exhiben "caprichos de la naturaleza" hace pensar en la película Freaks de Tod Browning (1932).
Con un timing preciso (aunque doloroso), Jorge Olvera apunta que el tema de un "triste espectáculo de feria" fue abordado por José Emilio Pacheco en El viento distante y Parque de diversiones.
Y así nos podríamos seguir, pues la obra de Emiliano González está hipercodificada.
No me resta más que invitarlos a la charla que Édgar Omar Avilés y yo daremos sobre, sí, Emiliano González.