El tercer canto:
CANTO III
ESCARAMUZAS
"¿Y pudiste realmente andar", dije yo,
"en una noche tan espantosa?
Siempre me imaginé que los fantasmas volaban...
si no exactamente por el cielo,
al menos a una altura regular."
"Está bien" dijo él, "para los reyes
elevarse sobre la tierra
Pero los fantasmas a menudo pensarnos que las alas,
como otras muchas cosas agradables.
cuestan más de lo que podemos obtener.
Los espectros, desde luego, son ricos y por eso
pueden comprárselas a los elfos.
Pero nosotros preferimos mantenemos debajo.
Son unos compañeros estúpidos, sabes,
excepto para ellos mismos.
Porque, aunque aseguran que no son
Orgullosos, tratan a los fantasmas
con algo más que desprecio.
Igual que ningún pavo nunca ha pensado
en tan siquiera mirar a un gallo."
"Parecen demasiado orgullosos" dije yo, "para
venir a una casa como la mía.
Di, ¿cómo consiguieron descubrir
tan rápidamente que el sitio era humilde
y que yo guardaba un vino malo?"
"El inspector Kobold vino aquí...",
empezó el pequeño fantasma.
En ese punto, le interrumpí: "¿El inspector qué?
Inspeccionar fantasmas es nuevo para mí,
¡explícate, amigo!"
"Se llama Kobold", dijo mi invitado.
"Uno de la clase de los espectros.
A menudo le verás vestido
con una bata amarilla, un chaleco carmesí
y un gorro de dormir con un ribete.
Primero probó la casa Brocken,
pero cogió una especie de resfriado;
así que vino a Inglaterra a ser cuidado
y aquí tomó la forma de sed,
de la que todavía se queja.
El vino de Oporto, dice, cuando es rico y está sano,
calienta sus huesos como el néctar.
Y como las posadas, donde siempre se le encuentra,
son su lugar especial de trabajo,
le llamamos el Espectro–Posadero."
Yo soporté... como un hombre...
¡Su atormentadora agudeza!
Y no había nada más dulce que
mi carácter, hasta que el fantasma empezó
a hacer sus críticas con dureza.
"No debe consentirse derrochar a las cocineras,
y a pesar de eso será mejor que se las enseñe
a que los platos tengan algún sabor.
Dígame ¿por que siempre se dejan las vinagreras
donde nadie puede alcanzaras.
¡Este hombre nunca se ganará
la vida como camarero!
¿Se supone que esa cosa tan rara quema?
(Es un asunto demasiado deprimente
para llamar a un mediador.
El pato estaba tierno pero los guisantes
eran más que viejos.
Y sólo recuerde, si no le importa,
la próxima vez que tenga usted queso tostado
no permita que lo dejen que se enfríe.
Creo que podría mejorar el pan
usando harina mejor.
Y ¿tiene usted algo para beber
que se parezca un poco menos a la tinta
y que no tenga este agrio sabor?"
Luego, mirando con curiosidad alrededor,
exclamó: "¡Dios mío!"'
y siguió criticando...
"Su habitación no tiene un tamaño apropiado.
No es ni cómoda ni espaciosa
Esa ventana tan estrecha creo que
sólo sirve para dejar que entre el polvo.."
"Pero, por favor", dije yo, "creo recordar
que fue diseñada por un arquitecto
que confiaba en Ruskin."
"¡Señor, me da igual quién fuese
o en quién confiaba!
¡Construida de cualquier manera,
aseguro que nunca vi un trabajo peor,
como que soy un espectro viviente!
"¡Qué puro tan enorme!
¿Cuánto cuesta una docena?"
Yo gruñí: "¡No importa cuánto cuesta!
Está usted adquiriendo demasiada confianza,
¡parece usted mi primo!
¡Esto es algo que no puedo soportar,
así de claro se lo digo!"
"¡Ajá!", dijo él. "¡Nos creemos importantes!"
(Mientras, cogía una botella.)
"¡Pronto arreglaremos eso!"
Y entonces él tomó una decisión
y alegremente gritó: "¡Ahí va!"
Yo traté de apartarme conforme se aproximaba,
pero por alguna razón me dio igual,
porque la botella golpeó, exactamente, en mi nariz.
Y no recuerdo nada más
con claridad,
sólo sé que desperté en el suelo
repitiendo: "Dos más cinco son cuatro
y cinco más dos son seis.
Nunca he sabido lo que pasó
ni tampoco lo he averiguado: Sólo sé
que, cuando al fin el sentido recobré,
la lámpara, abandonada, brillaba vagamente...
y el fuego se estaba extinguiendo...
A través de la oscuridad me pareció ver
algo que, con sonrisa afectada,
me estaba dando, según descubrí,
una lección de biografía,
como si yo fuese un niño.