martes, 2 de diciembre de 2014

AUSTIN OSMAN SPARE

Cada que salgo de casa elijo un libro para ir leyendo en el camino. Generalmente me decanto por uno pequeño o ligero. Hace unos días tomé Almas visionarias de Emiliano González (FCE, 1987) y, abriéndolo  al azar, leí el ensayo “El sistema de Austin Osman Spare”.



Al regresar a casa busqué imágenes de la obra de Osman Spare y, al ver lo que arrojó el buscador, me sorprendí. Ya había visto esas imágenes... ¿Dónde? Después de un rápido escaneo mental, me dirigí al cajón donde tengo todas las revistas y periódicos que Emiliano González me ha regalado. Sí, ahí estaba ese malvado ser en la portada de la Revista de la Universidad de México (Volumen XXXVIII, Nueva Época, número 16, agosto de 1982).



Número que incluye El discípulo: una novela de horror sobrenatural. Esta novelita maravillosa se incluyó después en Casa de horror y de magia (Joaquín Mortiz, 1989) y en el número 84 de Material de Lectura (UNAM, 1991).

Lo especial de esta versión es que sólo en la revista se puede leer  la novela íntegra, sin censura (tengo pendiente esta publicación, lo sé).

Regresando a Osman Spare, tanto la portada de la revista como las ilustraciones utilizadas para complementar la novela son dibujos de él, casi todos obtenidos de A book of Satyrs (1907).


Las imágenes grotescas pero bellas le van como anillo al dedo al texto de Emiliano González:








Así inicia “El sistema de Austin Osman Spare”:

Desde los siete años, Austin Osman Spare (1886-1956) estableció contacto con el otro mundo a través de Mrs. Paterson, una vieja adivinadora repulsiva que podía convertirse, a voluntad, en una jovencita bellísima. Fue esa descendiente de las brujas de Salem quien incitó al niño en las prácticas eróticas y en las teorías herméticas. “Precocidad” es la palabra más adecuada para calificar a este demonio que a los quince años vivía con otra vieja, a la que preñó (problema solucionado gracias a un nacimiento fatalmente prematuro) y que a los dieciocho exhibía sus dibujos en la Royal Academy, considerados “geniales” por el experto John Singer Sargent. Un año más tarde publicó su primer libro: El infierno terrestre, colección de aforismos curiosamente facturados y de dibujos hórridamente bellos. Le siguieron, en exquisitas ediciones limitadas, El libro de los sátiros (1907), El libro del placer (1913), Los murmullos de Aaos (1921) y El sermón a los hipócritas (1927).

Concluiré rescatando una frase que a su vez Emiliano González rescató del ocultista:


Quien logra hacer de lo feo una nueva estética tiene verdadero arrojo.

jueves, 20 de noviembre de 2014

EL DIABLO Y EL RELOJERO

En Historia mágica de la literatura I (Azteca, 2007), Emiliano González apunta lo siguiente sobre Daniel Defoe (1660-1731):

Daniel Defoe se muestra como precursor del romanticismo en sus asombrosos cuentos de fantasmas. La fascinación por las ruinas, la presencia del Demonio, los espectros y los bandidos, el papel de los sueños en los cuentos, convierten a Defoe en un antecesor de los góticos, así como Shakespeare se vuelve antecesor de Goethe.

Y más adelante, González confiesa que los personajes de "El diablo y el relojero" aparecen en "Rudisbroeck o los autómatas", pero en distinta situación.


EL DIABLO Y EL RELOJERO
Daniel Defoe


Vivía en la parroquia de San Bennet Funk, cerca del mercado Real, una honesta y pobre viuda quien, después de morir su marido, tomó huéspedes en su casa. Es decir, dejó libres algunas de sus habitaciones para aliviar su renta. Entre otros, cedió su buhardilla a un artesano que hacía engranajes para relojes y que trabajaba para aquellos comerciantes que vendían dichos instrumentos, según es costumbre en esta actividad.

Sucedió que un hombre y una mujer fueron a hablar con este fabricante de engranajes por algún asunto relacionado con su trabajo. Y cuando estaban cerca de los últimos escalones, por la puerta completamente abierta del altillo donde trabajaba, vieron que el hombre (relojero o artesano de engranajes) se había colgado de una viga que sobresalía más baja que el techo o cielorraso. Atónita por lo que veía, la mujer se detuvo y gritó al hombre, que estaba detrás de ella en la escalera, que corriera arriba y bajara al pobre desdichado.

En ese mismo momento, desde otra parte de la habitación, que no podía verse desde las escaleras, corrió velozmente otro hombre que llevaba un escabel en sus manos. Éste, con cara de estar en un grandísimo apuro, lo colocó debajo del desventurado que estaba colgado y, subiéndose rápidamente, sacó un cuchillo del bolsillo y sosteniendo el cuerpo del ahorcado con una mano, hizo señas con la cabeza a la mujer y al hombre que venía detrás, como queriendo detenerlos para que no entraran; al mismo tiempo mostraba el cuchillo en la otra, como si estuviera por cortar la soga para soltarlo.

Ante esto la mujer se detuvo un momento, pero el hombre que estaba parado en el banquillo continuaba con la mano y el cuchillo tocando el nudo, pero no lo cortaba. Por esta razón la mujer gritó de nuevo a su acompañante y le dijo:

-¡Sube y ayuda al hombre!

Suponía que algo impedía su acción.

Pero el que estaba subido al banquillo nuevamente les hizo señas de que se quedaran quietos y no entraran, como diciendo: “Lo haré inmediatamente”.

Entonces dio dos golpes con el cuchillo, como si cortara la cuerda, y después se detuvo nuevamente. El desconocido seguía colgado y muriéndose en consecuencia. Ante la repetición del hecho, la mujer de la escalera gritó:

-¿Qué pasa? ¿Por qué no bajas al pobre hombre?

Y el acompañante que la seguía, habiéndosele acabado la paciencia, la empujó y le dijo:

-Déjame pasar. Te aseguro que yo lo haré –y con estas palabras llegó arriba y a la habitación donde estaban los extraños.

Pero cuando llegó allí, ¡cielos!, el pobre relojero estaba colgado, pero no el hombre con el cuchillo, ni el banquillo, ni ninguna otra cosa o ser que pudiera ser vista u oída. Todo había sido un engaño, urdido por criaturas espectrales enviadas sin duda para dejar que el pobre desventurado se ahorcara y expirara.

El visitante estaba tan aterrorizado y sorprendido que, a pesar de todo el coraje que antes había demostrado, cayó redondo en el suelo como muerto. Y la mujer, al fin, para bajar al hombre, tuvo que cortar la soga con unas tijeras, lo cual le dio gran trabajo.

Como no me cabe duda de la verdad de esta historia que me fue contada por personas cuya honestidad me fío, creo que no me dará trabajo convencerlos de quién debía de ser el hombre del banquito: fue el Diablo, que se situó allí con el objeto de terminar el asesinato del hombre a quien, según su costumbre, había tentado antes y convencido para que fuera su propio verdugo. Además, este crimen corresponde tan bien a la naturaleza del Demonio y sus ocupaciones, que yo no lo puedo cuestionar. Ni puedo creer que estemos equivocados al cargar al Diablo con tal acción.

Nota: No puedo tener certeza sobre el final de la historia; es decir, si bajaron al relojero lo suficientemente rápido como para recobrarse o si el Diablo ejecutó sus propósitos y mantuvo aparte al hombre y a la mujer hasta que fue demasiado tarde. Pero sea lo que fuera, es seguro que él se esforzó demoníacamente y permaneció hasta que fue obligado a marcharse.





lunes, 20 de octubre de 2014

LA MANIOBRA DE HEIMLICH

Después de la maratónica jornada en la FIL y el alucinante viaje al Festival Grotesco, por fin puedo darles la buena nueva:

La maniobra de Heimlich ya está disponible AQUÍ.



La maniobra… es una colección de cuentos fantásticos que me publicó Cuadrivio.

La cuarta de forros:

Si nos preguntáramos cómo podemos reconocer la sensación de extrañamiento que produce el encuentro con lo sobrenatural, creo que elegiríamos los términos arrobamiento y desasosiego para señalar que hemos entrado a un caleidoscopio de posibilidades que exploran dicha naturaleza: la naturaleza de lo otro. Y como escritor que forma parte de esa otredad, Miguel Lupián ha bordado en este libro una red de historias que delatan la malicia de provocar una gama de sensaciones que atraviesan el camino entre el arrobamiento y el desasosiego: no se contenta con delinear personajes para crear su propia cartografía de monstruos —o de humanos monstruosos— sino que además hace del tiempo una entidad tan mutable y azarosa, que lo mismo nos hace sonreír de esperanza y desesperanza, de certidumbre y  desdoblamientos dimensionales, de la intermitencia entre lo que sucede/sucederá/sucedió en un momento de posibilidades inconmensurables: una construcción de paisajes que conectan con otros paisajes, breves momentos de serenidad que se quiebran con el guiño febril de eso que bien podría definirse como el halo de lo terrible: un entramado de piezas donde brotan y se sumergen experimentos científicos, mágicos, viajeros, que convierten a la narrativa de cada cuento en shots cinematográficos para dejar ante nuestra visión —la visión que rebasa la simple mirada—un film de múltiples otredades: toda una maniobra: La maniobra de Heimlich.

Iliana Vargas



Espero que puedan adquirirla y que asistan a la presentación:



Abrazos cósmicos.

lunes, 6 de octubre de 2014

ROCKTUBRE

Ya es una costumbre que octubre esté lleno de conciertos de rock/metal (si el presupuesto me lo permite, agitaré la mata en varios), pero también rockeará en lo literario.

Actividades en las que participaré (hasta el momento):

Del 10 al 19  atenderé el changarro de Penumbria en la FIL del Zócalo...



El domingo 12  convenceré a los visitantes de ponerle los tentáculos a Cthulhu…



El martes 14 presentaré La puerta final de Mauricio Molina…



El viernes 17 impartiré un laboratorio de minificción…



El sábado 18 presentaré Esos malditos zombis de Efraím Blanco…



El jueves 30 se presentará mi libro La maniobra de Heimlich



Si asistes a todo, te ganarás mi amistad eterna (y le pediré a Cthulhu que cuando despierte se apiade de tu alma).

viernes, 19 de septiembre de 2014

¡AY, BACANTES!

Hace unas semanas Gerardo Castillo y Francisco de León me entrevistaron para ¡Ay, Bacantes!, proyecto de televisión por internet donde charlan largo y tendido con escritores mexicanos contemporáneos.

Ayer, jueves 18 de septiembre, se transmitió mi capítulo…

Promo:


En la charla, de poco más de una hora, comento mis inicios, influencias… sobre lo fantástico, lo siniestro… la minificción, Penumbria… y leo dos cuentos: "El ladrón de fotografías" y "Dieciséis años" (ambos incluídos en Efímera), mientras mis gatos se pasean a sus anchas.

Muchísimas gracias a Gerardo, Francisco y a todo su equipo por incluirme en este fantástico proyecto (que incluye a escritores que admiro); me la pasé muy bien.

Entrevista completa:




Síganlos en Facebook y  Twitter.


jueves, 11 de septiembre de 2014

ACTUALIZACIÓN

Los viajes y la mudanza me han impedido actualizar este blog como es debido…

Pero ahora mismo lo haré:

Hace unas semanas Davo Valdés publicó en La Piedra una maravillosa Breve disección de Efímera...

Gané el I Concurso de Minificciones Universos Diminutos



Presenté el maravilloso libro de cuentos La generación del desencanto de Macaria España




Y mañana (viernes, 12 de septiembre) se publicará (descarga gratuita) Rorschach, proyecto de minificciones donde participo con los escritores Alberto Sánchez Argüello, José Luis Zárate y M. F. Wlathe.



martes, 8 de julio de 2014

LAS CARTAS DE PELAFINA

Hace unos días terminé de leer La casa de hojas de Mark Z. Danielewski, y en lo que sigo intentando reacomodar mis ideas y encontrar las palabras precisas que le hagan justicia (mientras, pueden leer esta reseña bifurcada de Manuel Barroso), les compartiré una de las cartas que Pelafina Heather Lièvre le escribió a su hijo Johnny Truant.


Johnny Truant es quien encontró el sesudo y extensísimo estudio que el octogenario Zampanò escribió sobre El expediente Navidson, una película que documenta los extraños sucesos que ocurrieron en una casa de Ash Tree Lane.

Por extraños sucesos me refiero a que la casa presentaba una anomalía arquitectónica: su espacio interior era ligeramente más grande que el que debería ocupar según sus dimensiones exteriores. Seis milímetros, exactamente. Pero eso es sólo el principio, después todo se vuelve un caos, incluida la escritura.

La carta que les compartiré está incluida en el Apéndice II, sección E, titulado Las cartas del Instituto Three Attic Whalestoe. Esta recopilación, que va desde el 28 de julio de 1982 hasta el 3 de mayo de 1989 y que sólo incluye las cartas de Pelafina, bien podría funcionar como una novela epistolar, una hermosa novela de 58 páginas.

Esta carta es una de las más bellas maldiciones que he leído (y en general, la sección E del Apéndice II es la parte más literaria, más poética de toda la obra).

Además, a mi parecer, el autor se reivindica y nos entrega un personaje femenino inteligente, culto, fuerte... a diferencia de la mayoría de los personajes femeninos que rondan la historia de Johnny, que son estereotipos, imágenes que el “macho” desea: bailarinas exuberantes, ingenuas y dispuestas.

Al terminar de leer esta colección de cartas entendí muchas cosas de Johnny que no me podía explicar y que evitaban que lograra empatía con el personaje.

Sin más (por el momento), les comparto la carta:


13 de mayo de 1984

Mi querido y venerado Johnny:


Perdona a tu madre. La noticia de tu ingreso en el hospital me llevó a una conducta autocompasiva que no ayuda a nadie, y menos a ti. Lo siento mucho.

Durante un día tu madre incluso fue libre. De tan alterada como estaba por los infortunios de su hijo, se escapó de esta vieja casa señorial inglesa en busca del culpable de sus tormentos. Y como estaba lloviendo y tronando, el Director asegura que hasta superé a Lear. Ni las centellas pudieron hacer palidecer mi furia.

De hecho, tan grande era mi furia que los enfermeros tuvieron que ataviarme con un traje de lona para que no los lesionara a ellos ni tampoco me infligiera más daños a mí misma. Por fin el Director me modificó la medicación y hasta me la aumentó. Al final estas medidas surtieron efecto y mi odio se vio atenuado (no así mi dolor). Por desgracia, lo mismo pasó con mi capacidad para funcionar de forma coherente, de ahí mi silencio durante tus momentos difíciles.

Cuando tú más me necesitabas, te he fallado. Lo siento mucho y me avergüenzo. No volveré a comportarme así. Lo prometo.

El tiempo lo cura todo, dicen. Sin embargo, si ahora mismo fuera libre me iría directa al Marine Raymond y acabaría con él. Estoy segura de que hasta tu padre, con lo pacífico que era, habría recurrido a la violencia.

Anhelo oír los detalles de tus tiernos labios. Por favor, escríbeme en cuanto puedas y cuéntamelo todo. Te aseguro que te irá bien contarlo. ¿Es verdad que te rompió la nariz? ¿Que te partió los dientes? ¿Sigues teniendo contusiones en la cara?

Confieso que el mero hecho de tener que escribir estas preguntas me crea un tumulto en los salones del alma. Nada me gustaría más que arrancarle el hígado a tu supuesto protector y obligarle a comérselo entre bufidos de rabia. Puede ir comiéndoselo de camino al Hades, ese marine de las narices. Pero como mis propias confusiones lo protegen de mi cólera -¡maldición!-, invocaré a Hécate en sus profundidades carontianas y, valiéndome de escama de dragón y ojo de nutria, todo ello hervido en sangre de sacerdotes asesinos y en la hiel de Clitemnestra, formularé una enorme maldición que vuele directa llevada por los vientos oscuros y se aposente de inmediato en su cuerpo, mordiéndole de día la carne y royéndole de noche los huesos, hasta que dentro de muchos meses, cuando falte un momento para que expire la chispa final de la consciencia, él haya presenciado su propio desmembramiento total y el marchitamiento de todos sus miembros y órganos. Y tal como se escribe, se hace. La maldición está formulada. Fuit Ilium.

Y ahora ves sin duda que tu madre está loca.

Ira furor brevis est.

(Aunque en el caso de ella, no tan breve.)

Por lo menos ahora tendrás una nueva familia. Y confiemos en que ésta sea graciosa y compasiva.

Tu madre te repara con besos y suaves caricias,


Mamá