viernes, 30 de julio de 2010

DÍAS EXTRAÑOS

Odié Zona de miedo (The hurt locker) de la Sra. Bigelow. (a pesar de las críticas y premios). Después de exponer mis razones terminaba diciendo que no tenía nada que ver con Días extraños (Strange days); que esa sí era una buena película.

Como ella no la había visto, la pusimos hace unos días. Quedé totalmente decepcionado, no sólo con la película, también con mi memoria (además del quemón).

Sabrán que la Sra. Bigelow estuvo casada con James Cameron. Un par de años juntos bastó para que absorbiera sus malos hábitos cinematográficos. Y es que las historias de Cameron, independientemente de la calidad de la producción, generalmente presentan personajes planos. O son negros o blancos. Además de recurrir a temas “actuales”, pero sin profundizar. En otras palabras, historias muy gringas.

Menciono todo esto porque en Días extraños, él es el productor y escritor. La cinta, que se estrenó en 1995, está ubicada en 1999. Específicamente el 30 de Diciembre de 1999. Efectivamente, al borde del fin de siglo, del nuevo milenio, del terrible Y2K. El problema de ubicar una historia en un futuro muy cercano es que cuando llega la fecha y no pasó lo que creías, quedas como un exagerado (lo mismo le pasará a 2012). Bigelow y Cameron pintan un mundo decadente, violento, sin valores. Para ellos, decadente significa que los jóvenes salgan a las calles, que traigan el pelo largo, con tatuajes, perforaciones y que se escuche metal industrial en los eventos públicos. Supongo que para ellos un ambiente sano sería poner música country en las fiestas.

La historia se centra en Lenny (Ralph Fiennes), un ex policía que ahora vende, ilegalmente, un aparato diseñado originalmente para atrapar delincuentes. Este aparato se conecta en tu cabeza y puedes grabar todo lo que tus ojos ven y posteriormente revivirlo en tu mente. Esto sonaba interesante (lo que más recordaba de la historia). La información se grababa en un “mini disc”, que era el futuro del almacenamiento… Además del aparato, Lenny vendía discos con diferentes historias. Podías tener sexo con dos mujeres, asaltar una tienda, ser una mujer u hombre… Pero eso sí, nada de snuff. Tratando de recrear la golpiza que le dieron al negrito King en Los Ángeles, sucede algo muy parecido en la cinta con un rapero/activista. Obvio, alguien grabó la tragedia.

Bigelow-Cameron intentan criticar el uso excesivo de la tecnología. Hay que vivir la vida. Muy lejos del discurso de Cronenberg en Videodrome y Existez, entre otras. También la crítica social se queda muy por encimita. Todo fue un accidente; sólo se trataba de dos policías locos. No hay conspiraciones ni motivos ocultos. Los políticos son buenos…

Los personajes son muy planos. Ya mencionamos a Lenny, ex policía que no han superado el rompimiento con su ex novia. La amiga de Lenny (Angela Bassett) es la típica negrita de clase baja que tiene que trabajar como sirvienta y que su esposo es encarcelado por vender drogas. Ahora, ella es chofer de una limosina (entrenada en artes marciales) y ángel de la guarda de Lenny.

Al final todo se resuelve. Todos son felices.

Se nota mucho varo en la producción y en la re-masterización para su salida en dvd. Tiene ese look noventero, muy de vídeo de MTV.

Sólo dos cosas merecen reconocimiento: las secuencias en primera persona y, lo mejor, Juliette Lewis. Sensual, desinhibida. Además, creo que a partir de esta película le entró el gusanito de formar su banda. Tanto en la cinta como con su banda (Juliette and the licks), lo hace muy bien.

¡Qué traicionera es la memoria!

miércoles, 28 de julio de 2010

EL ORIGEN

El pasado fin de semana se estrenó (sólo en algunos cines debido a diferencias económicas) EL ORIGEN (Inception), la nueva película de Christopher Nolan.

Nolan, con sus tres primeras cintas (The following, Amnesia e Insomnio), demostró que era un gran guionista y un director a seguir. Después de renovar la franquicia de BATMAN, nos presenta una de sus películas más personales.

A grandes rasgos la cinta trata de una empresa que se dedica a la seguridad. Pero no a cualquier tipo de seguridad, sino a una del subconsciente. Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es un “extractor” que trabaja para dicha empresa. Él se puede meter a los sueños de las personas y robarles información. Todo se complica cuando otro empresario le ofrece un nuevo proyecto: meterse al sueño de otro e “implantarle” una idea. La recompensa: volver a ver a su familia.

Nolan vuelve a tocar los temas que parecen atormentarlo: los sueños, la memoria, la relación de pareja, la culpa.

Las reglas de los sueños (que todos hemos experimentado) son: lo que parece tardar horas en ellos, en la vida real equivalen a unos cuantos minutos; la forma de despertar es mediante una “caída”; si confundes el sueño con la realidad puedes quedar atrapado en el sueño por siempre (premisa de Pesadilla en la calle del infierno).

Muchos la comparan con The cell (La célula), donde se meten a la mente de un asesino serial para obtener información del paradero de la última víctima. En esa ocasión se mostró (magistralmente) una mente llena de sueños e imágenes surrealistas. En El origen, los sueños son excesivamente reales corriendo el riesgo de confundirlos con la realidad. Para ello ocuparon sets y efectos especiales impresionantes. Uno de mis favoritos fue el de “la paradoja” donde le dan vida a uno de los dibujos de M. C. Escher.

Otros critican el uso excesivo del efecto bullet time (cámara súper lenta). Pero, si recordamos las reglas mencionadas, es la mejor manera de visualizar lo que está pasando tanto en el sueño como en la realidad. Además, le da un suspenso bárbaro.

El elenco es muy bueno, además del mencionado DiCaprio, cuenta con Cillian Murphy, Ellen page, Joseph Gordon-Levitt, Ken Watanabe, Tom Berenger, Marion Cotillard, Tom Hardy y, el que se está convirtiendo en el actor fetiche de Nolan, Michael Caine.

Es una gran historia aderezada con acción trepidante y efectos impresionantes. Se van como agua las dos horas y media que dura y, como todos los finales de Nolan, te deja en ascuas.

Es inevitable pensar en Borges. Me recordó, sobretodo, al cuento de Las ruinas circulares (aquí lo pueden leer): el sueño dentro del sueño.

Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad...
En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó...
Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo...

“Borges es el escritor que me metió en este asunto del análisis de los sueños y las distintas percepciones de la realidad. He sido admirador de su obra toda la vida y ha influenciado mucho de mi trabajo”. NOLAN

“El origen parece de ciencia-ficción, pero en realidad es una cinta muy contemporánea y hasta cierto punto realista. El único concepto totalmente ficticio es la existencia de cierta tecnología que te permite entrar al sueño de otra persona y experimentarlo como si fueras tú mismo. No obstante, al final es sólo la historia de un hombre atribulado que ha aprendido a manipular y vender los sueños de los demás, por lo que debe pagar un precio”. NOLAN

¿Cuál es el parásito más resistente?
Una idea.

viernes, 23 de julio de 2010

ESPANTAPÁJAROS 07

13

Hay días en que yo no soy más que una patada, únicamente una patada. ¿Pasa una motocicleta? ¡Gol!... en la ventana de un quinto piso. ¿Se detiene una clava?... Allá va por el aire hasta ensartarse en algún pararrayos. ¿Un automóvil frena al llegar a una esquina? Instalado de una sola patada en alguna buhardilla.

¡Al traste con los frascos de las farmacias, con los artefactos de luz eléctrica, con los números de las puertas de calle!

Cuando comienzo a dar patadas, es inútil que quiera contenerme. Necesito derrumbar las cornisas, los mingitorios, los tranvías. Necesito entrar -¡a patadas!- en los escaparates y sacar -¡a patadas!- todos los maniquíes a la calle. No logro tranquilizarme, estar contento, hasta que no destruyo las obras de salubridad, los edificios públicos. Nada me satisface tanto como hacer estallar, de una patada, los gasómetros y los arcos voltaicos. Preferiría morir antes que renunciar a que los faroles describan una trayectoria de cohete y caigan, patas arriba, entre los brazos de los árboles.

A patadas con el cuerpo de bomberos, con las flores artificiales, con el bicarbonato. A patadas con los depósitos de agua, con las mujeres preñadas, con los tubos de ensayo.

Familias disueltas de una sola patada; cooperativas de consumo, fábricas de calzado; gente que no ha podido asegurarse, que ni siquiera tuvo tiempo de cambiarle el agua a las aceitunas... a los pececillos de color...


14

Mi abuela -que no era tuerta- me decía:

"Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas!

"No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehúye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y a la sífilis, no trepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!

"Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en la mano que cien volando."

Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirme que le buscase los anteojos que tenía sobre la frente, agregaba con voz de daguerrotipo:

"La vida -te lo digo por experiencia- es un largo embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu podre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor después de muerta!

"La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelan tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato y, más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla en transatlántico.

"Por eso -aunque me creas completamente chocha- nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece ten poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra.

"¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de corbata!"


miércoles, 21 de julio de 2010

DESCANSA EN PAZ

Uno de los grandes cuestionamientos que el hombre no ha podido resolver es si hay vida después de la muerte. La religión lo afirma, la ciencia lo niega. ¿A quién creerle? Actualmente ambas carecen de credibilidad. Lo cierto es que todos moriremos. Por eso no es de extrañar que muchos artistas coloquen a la muerte en el eje central de su obra y utilicen temas como la inmortalidad o la resucitación.

Oficialmente, el resucitado o zombi es una figura legendaria propia de las regiones donde se practica el culto vudú. Pero desde mucho antes ya se mencionaba, como en el caso de la leyenda de Gilgamesh donde la diosa Ishtar declara furiosa: ‘Derribaré las Puertas del Inframundo, destrozaré los postigos de las puertas, y las derribaré, y dejaré que los muertos suban para comer a los vivos ¡Y los muertos superarán en número a los vivos!’ Y en la religión católica tanto Lázaro como Jesús resucitan.

En la literatura existen muchos ejemplos donde aparece el zombi o ghoul. En ‘’La historia de Gherib y su hermano Agib’’ (dentro de Las mil y unas noches) Gherib, un príncipe exiliado, combate contra una familia de ghouls hambrientos, los esclaviza, y los convierte al Islam. El propio “Frankenstein” de Mary Shelley califica como zombi. Relatos de Poe, Bierce y Lovecraft (El extraño, En la cripta, Herbert West: reanimador…). Y “Soy leyenda” de Matheson, entre muchos otros.

Pero las reglas del juego las dictó el cine. Sobre todo con las películas de George A. Romero (aunque oficialmente la primer película de zombies es “White zombie” de Halperin en 1932) que dieron pie a la creación de un sub-género dentro del cine de terror. Infinidad de películas (varias excelentes, otras no tanto) han ido alimentando la mitología de este temido monstruo. Han tratado de explicarnos las posibles causas de este extraño suceso: experimentos, accidentes, conspiraciones… pero casi todas coinciden en algo: los “muertos vivientes” son malos; algunos quieren comerte el cerebro y otros quieren matarte por el simple placer.

Así como hace algunos años se dio la “explosión” de los vampiros (tanto en literatura como en cine) ahora es el turno de los zombies.

John Ajvide Lindqvist, que maravilló a todos con “Déjame entrar” (cuya versión cinematográfica es excelente), deja de lado a los vampiros y se concentra en el tema de los zombies, o “redivivos” como los llama él. Es justo mencionar que a pesar de que recientemente salió a la venta su edición en español y parece parte de la “explosión” zombi, “Descansa en paz” fue escrita en 2005.

En “Descansa en paz” John vuelve a situarnos en Estocolmo (pero en la actualidad y en verano) y crea de nueva cuenta personajes memorables: reales, imperfectos, empáticos. Le da énfasis a los pequeños detalles como las referencias (televisión, música, literatura) propias de su cultura y, sobre todo, “dignifica” a los redivivos. Ellos no quieren matarte o comer tu cerebro, simplemente están aturdidos y quieren regresar a casa. Sí, su estado es deplorable, terrorífico y pueden llegar a enojarse, pero por otros “motivos”. El redivivo puede ser tu hermano, tu padre, tu abuelo. ¿Qué harías si la mujer que amas muere y después resucita?

Los personajes de John te transmiten la tristeza, la esperanza y la sorpresa de ver a tu familiar fallecido, vivo. Todos hemos deseado que el ser querido que estamos enterrando salga del ataúd. Ese sentimiento de “recuperar” a tu ser amado está muy claro en la novela. Tres historias de familias que tienen que lidiar con esto que se van entrelazando de forma natural y necesaria.

John no nos aclara las causas del suceso, pero no importa, lo que importa es cómo la gente lo afronta. Al igual que en la ciencia ficción, es sólo la escenografía donde se exponen temas humanos.

No encontrarás acción hollywoodense: hordas de zombies atacando la ciudad y su posterior destrucción mediante el uso de bombas o armas novedosas. Esto es real, tan real que terminarás preguntándote: ¿qué pasaría si…?

Algo muy extraño está ocurriendo en la capital de Suecia: en medio de una inusual ola de calor, la gente se da cuenta de que no puede apagar la luz ni los aparatos eléctricos. De repente, una noticia sacude a la nación: en la morgue los muertos están resucitando. ¿Qué es lo que quieren? Lógicamente, volver a casa...













Aquí vasta información de los zombies.

lunes, 19 de julio de 2010

FORSEPS Y EL DIABLO

Muchos critican a la ciudad de México, pero esta es la única ciudad del país (y probablemente de América Latina) donde prácticamente todos los días hay por lo menos un evento cultural de alta calidad. Esto nos pasó el fin de semana. El viernes algo de rock nacional y el sábado metal-fusión sueco.

El viernes, FORSEPS se presentó en el Lunario. Forseps es el grupo de José Fors que es, entre muchas cosas: pintor, cantante/compositor de CUCA, creador/cantante/actor/compositor de la ópera rock DR. FRANKENSTEIN, y que actualmente prepara otro musical y una película de terror.

Este cubano/mexicano con motivo de su más reciente disco: JOSÉ FORS, REPRODUCCIONES VOL. 1 -que reúne lo mejor de su trabajo a lo largo de su carrera musical-, nos regaló su voz por más de dos horas.

La finalidad de tener un “grupo alterno” es sacar rolas que no encajan –tanto por la música como por la letra- en tu grupo original. Muchos lo han intentado pero terminan sonando casi igual. Este no es ese caso. En Forseps encontramos rolas más profundas, que cuestionan, que critican, que horrorizan. Sí, la voz de Fors es inconfundible (de las mejores en el rock nacional) pero basta escuchar una sola rola de Forseps para darse cuenta que no es Cuca (a pesar de que cuenta con otros dos integrantes de Cuca: Carlos Aviléz y Nacho González).

Estas son las rolas que tocaron (por disco):

BEBE MOD. 01
Homo sapiens / Departamento de devoluciones / Piel fiel: Fors bajó del escenario y la cantó recorriendo todo el Lunario / Isla perdida / Cruel: acompañado de José Manuel Aguilera / Yo y tú: con los miembros de The high.

.02
En el espejo / Mañana nunca llegará / Bajo advertencia: participación increíble del público en la parte del coro / Nada cambia: de mis rolas favoritas "tengo miedo al despertar, abrir los ojos y encontrar tu cadáver junto a mí..."

333
Adicto a tu dolor / Muerte por amor.

IV
Día negro: rola original de Aguilera y que demostró que no es sólo una gran voz, sino también un maestro en la guitarra; sin duda, la rola que sonó más potente / Vestida así / Méndigo amor / Síntomas: letra digna de un cuento de Poe.

5
Transplante / Mis cuervos / Vudú: original de Garigoles; los nuevos arreglos la hacen más siniestra.

REPRODUCCIONES VOL. 1
Los normales: rola nuevecita / El hombre de la marcha: cuando estaba con Duda mata / Fly high: cuando estaba con Mask the fox / I´m the fox: también de Mask the fox; rola abridora.

DR. FRANKENSTEIN
¿Quién soy yo?

CUCAPuro camote: versión bluesera que también contó con la presencia de Aguilera.

VERA El perdedor: rola del disco solista de Vera, la corista y esposa (grata sorpresa) de Fors.

Fors siempre ha criticado la "obediencia" religiosa, política y social. Y para demostrarlo, ya para finalizar el concierto, salió con cigarro en mano. "Me dijeron que no podía fumar" Prendió su cigarro e invitó a todos a hacer lo mismo. Revuelo, júbilo. "Que no les digan lo que tienen que hacer" Esto es la esencia del rocanrol.


El sábado, en el Circo volador, se presentó la banda sueca DIABLO SWING ORCHESTRA. Con apenas dos discos (The butcher´s ballroom y Sing along songs for the damned and delirious) se han creado una vasta base de seguidores debido a la fusión de ritmos que incorporan en su música, a su calidad interpretativa y a la excelente voz de Annlouise.

A esta gran banda la conocí por ella y el buen Bernal tuvo la amabilidad de rolarnos los dos discos. En esta ocasión nos ubicamos en la parte donde hay asientos y pudimos gozar de un excelente espectáculo. Como siempre, la escenografía en el Circo volador sólo consta de una manta detrás del grupo, pero el sonido cada vez suena mejor.

Muchos dicen que la mejor voz femenina en el metal corre a cargo de Tarja (ex Nightwish) o de Simone (Epica). Ambas “bellas” y si le agregamos a Cristina (Lacuna coil) y a Angela (Arch enemy) tendríamos la fantasía de todo hombre metalero. Pero Annlouise demostró, sin el protagonismo de las mencionadas, que tiene la mejor voz. Y es que DSO son ocho músicos en el escenario, sin individualismos. Una verdadera banda que nos hizo agitar la mata y bailar.

Aluciné con mi rola favorita LUCY FEARS THE MORNING STAR (buen juego de palabras, por cierto) y el final con BALROG BOOGIE fue sublime.

No se equivocaron al seleccionar su nombre: seguramente en el infierno su música suena por los altavoces.


martes, 13 de julio de 2010

FINAL

Esta minificción o SS (super-short story) de Fredric Brown, me hizo recordar las historias de Francisco Tario en La noche.


FINAL

El rey, mi señor feudal, está desanimado. Nosotros lo comprendemos y no le culpamos, pues la guerra ha sido larga y amarga y queda un número patéticamente reducido de nosotros, a pesar de lo cual desearíamos que no fuera así. Nos compadecemos de él por haber perdido a su reina, a la que todos amábamos; pero como la reina de los Negros murió con ella, su pérdida no significa la pérdida de la guerra. Pero nuestro rey, que debería ser la fuerza y la energía personificadas, sonríe débilmente y sus palabras de supuesto estímulo suenan falsas a nuestros oídos porque detectamos la sombra del temor y la derrota en su voz. Sin embargo, le amamos y morimos por él, uno tras otro.

Uno tras otro morimos en su defensa, en este campo ensangrentado y cruel, que los caballeros han convertido en un barrizal –mientras vivieron; ahora están muertos, tanto los nuestros como los de los Negros-; ¿acaso habrá un final, una victoria?

Lo único que podemos hacer es conservar la fe, y no convertirnos jamás en cínicos y herejes, como mi pobre compañero el obispo Tisbault. “Luchamos y morimos, pero no sabemos por qué”, me susurró una vez, al principio de la guerra, un día en que nos encontramos uno junto a otro defendiendo a nuestro rey, mientras la batalla rugía en un lejano extremo del campo.

Pero esto no fue más que el inicio de su herejía. Había dejado de creer en Dios para creer en dioses, dioses que jugaban con nosotros y no se preocupaban en absoluto de nosotros como personas. Lo que es peor, creía que nuestros movimientos no eran realmente nuestros, y que no éramos más que marionetas que luchaban en una guerra inútil. Aún peor -¡y qué absurdo!-, que el Blanco no es necesariamente bueno y el Negro no es necesariamente malo, que en la escala cósmica no importa quién gane la guerra.

Claro que sólo a mí me dijo esas cosas, y sólo en susurros. Era consciente de sus deberes como obispo. Luchó valientemente. Y murió valientemente, aquel mismo día, atravesado por la lanza de un caballero Negro. Yo rogué por él: Dios mío, acoge su alma y dale la paz eterna; no sabía lo que decía.

Sin fe no somos nada. ¿Cómo podía Tibault haberse equivocado hasta tal punto? Los Blancos debían vencer. La victoria es lo único que puede salvarnos. Sin la victoria nuestros compañeros que han muerto, los que sobre este campo de batalla han dado sus vidas para que nosotros podamos vivir, habrán muerto en vano. Et tu, Tibault.

Y estabas equivocado, muy equivocado. Dios existe, y es un Dios tan misericordioso que perdonará tu herejía, porque en ti no había maldad, Tibault, sino sólo duda; no, la duda es un error, pero no es maldad.

Sin fe no somos…

Pero ¡ha ocurrido algo! Nuestra torre, la que estuvo en el lado del campo de la reina desde el Principio, se abalanza sobre el malvado Rey Negro, nuestro enemigo. Le ataca… y no puede defenderse. ¡Hemos vencido! ¡Hemos vencido!

Una voz que procede del cielo dice serenamente: “Jaque mate”.

¡Hemos vencido! La guerra, este amargo campo, no ha sido en vano. Tibault, estabas equivocado, estabas…

Pero ¿qué ocurre ahora? Hasta la misma Tierra se inclina; un lado del campo de batalla se levanta y nos deslizamos –Blancos y Negros por igual- hacia…

… Hacia una caja monstruosa, y yo veo que es un enorme ataúd en el cual ya yacen muchos muertos…

NO ES JUSTO; ¡NOSOTROS HEMOS VENCIDO! DIOS MÍO, ¿ACASO TIBAULT ESTABA EN LO CIERTO? NO ES JUSTO; ¡NOSOTROS HEMOS VENCIDO!

El rey, mi señor feudal, también se desliza sobre el tablero…

NO ES JUSTO; NO ESTÁ BIEN; NO ES…



Fredric Brown
El ratón estelar
Bruguera
pp: 75-77

sábado, 10 de julio de 2010

LA COMEDIA DEL AÑO

A pesar de que este humilde blog trata de cuestiones fantásticas, siempre hay lugar para una buena comedia. En estos tiempos de crisis laboral, política, religiosa y ambiental, nada mejor que pasar dos horas riendo a carcajadas. Por eso, me atrevo a recomendarte lo que pronto se convertirá en un clásico del género: la tercera parte de la Saga Crepúsculo, o sea, Eclipse.

Aquí algunos motivos:

• Jóvenes veinteañeros interpretando a adolescentes enamorados. Las caras de borreguito a medio dormir de Edward, Bella y Jacob además de hacerte reír, te causarán una profunda ternura.
• Los peluches gigantes con forma de lobo poniendo cara de enojados, tristes o echando las orejas hacia atrás.
• El cuerpo pálido y brillante de Edward.
• Cámara rápida para acentuar los movimientos ultra-veloces de los vampiros.
• Tomas en cámara lenta mostrando la belleza y determinación de los Cullen.
• El ejército desordenado de “new borns”.
• Los “flashbacks” de algunos miembros de la familia Cullen.
• La vampira del sur (mexicana) diciendo: ¡Chúpale la sangre!
• Bella y Charlie (padre) platicando de la institución del matrimonio y la virginidad.
• Jacob con el torso desnudo sin motivo aparente (con los consecuentes suspiros y ronroneos de las féminas).
• Que los vampiros tengan poderes como poder leer la mente y tener premoniciones.
• El discurso (muy a la Miguel Ángel Cornejo) de fin de curso: “Estamos en la edad de no saber lo que queremos, sino de equivocarnos haciéndolo”
• Los ojos rojos de Dakota Fanning y su séquito de vampiros juniors.
• La manada de hombres-lobo (en su forma humana) comportándose como cachorros y con look de “perros parados”.
• La determinación de Edward por no tener sexo con Bella hasta estar casados.
• El diálogo de Edward: “Soy de otra época. Si te hubiera conocido en mi tiempo, te habría cortejado, daríamos paseos acompañados por una chaperona, te robaría un par de besos y le pediría permiso a tu padre”
• La “pedida” de matrimonio: todo lo que una chica quisiera oír.
• La unión de vampiros y hombres-lobo.
• El entrenamiento.
• El esguince de la mano de Bella por darle un puñetazo a Jacob. ¡El muy atrevido la besó!
• El lugar que encontró Edward para esconder a Bella: lo más alto de una montaña nevada.
• Bella literalmente muriéndose de frío.
• Tener que pedirle a Jacob “que le de calor” a Bella: abrazarla y cucharearla.
• El diálogo filosófico entre un vampiro y un hombre-lobo. Sobresaliendo: "I am hotter than you"
• Los vampiros quebrándose como muñecas de porcelana.
• El páramo con flores de colores donde a Edward y Bella les gusta retozar y declararse su amor.

Si todo esto no te hace reír, no te preocupes, te contagiarás de la risa (auténtica) de las adolescentes que se sienten detrás de ti.

Ella y yo reímos como niños: nos parecíamos a Beavis y Butthead.

¡Gracias Eclipse!

viernes, 9 de julio de 2010

EL PARAGUAS DE WITTGENSTEIN

En su Manual de Creación Literaria (Grupo Editorial Patria; 2009), Óscar De la Borbolla ofrece “algunos elementos que le han resultado benéficos en la confección de su propio trabajo literario”

Uno de estos elementos es la historia subterránea o segunda historia. Gracias a esta “es posible armar lo que se conoce con el nombre de intriga (la distribución no lineal de los momentos de la trama, o esa expectativa ansiosa de saber cuál será el desenlace) y también conseguir un apoyo que refuerce la verosimilitud de la obra, ya que la segunda historia –al asomar aquí y allá en el texto como indicios de que existe otra cosa- provoca en el lector la impresión de que se encuentra ante una realidad densa como la vida, pues lo que más despierta en nosotros la sensación de que algo es real es no entenderlo del todo, no saberlo del todo. Ni más ni menos que como ocurre en nuestra existencia.”

Un ejemplo clásico es el argumento de Chejov: Un hombre va al casino de Montecarlo, gana un millón en la ruleta y al regresar a su casa se mata.

De la Borbolla propone dos de sus propios cuentos para ejemplificar este elemento. Uno es Los locos somos otro cosmos (pueden leerlo aquí) y el otro El paraguas de Wittgenstein. De este último apunta: “el uso de la nomenclatura con la que se cifran los párrafos permite hacer un recorrido por todas las variantes posibles de la historia que aparece con el dígito 1 y, al final, todas estas variantes se convierten en la historia subterránea de la versión que aparece con el dígito 2.”

EL PARAGUAS DE WITTGENSTEIN
Óscar De la Borbolla


1. Como la gente se conoce o no se conoce nunca, pero total a veces se enamora, suponte que la lluvia te reúne con una mujer debajo de un paraguas. Tú le dices: ¿Me permite? y ella, indecisa y sorprendida, sopesando los pros y los contras te contesta que no, que el paraguas es suyo y que te vayas. Suponte que obedeces y te alejas brincando los charcos y que al cabo de una calle, dos calles, tres calles encuentras un techito para guarecerte y que ahí, precisamente ahí, se oculta el asesino que estaba escrito habría de matarte y que te sale al paso con aquello de la bolsa o la vida, y tú respondes que la vida, porque estás empapado y sientes frío y ganas de morirte o de pedir una taza de café muy caliente, pero como en ese zaguán no hay servicio de cafetería, pues te atraviesa con tremendo cuchillo y desde el suelo miras a tu asesino perderse con tu reloj y tu cartera detrás de la cortina de lluvia de la que sale la muchacha que no te quiso asilar bajo su paraguas, y cuando ella pasa: tú mueres.

1.1 Suponte que el cielo existe y que se te ocurrió morir a las seis de la tarde o, mejor, que tu asesino te haya matado a esa hora o, si lo prefieres, que el tiempo que todo lo coordina haya sincronizado con gran precisión los relojes para que murieras en tu país a las seis de la tarde sin que tú ni tu asesino anduvieran preocupados por la puntualidad. Si el cielo existe, a las seis y cuarto llegarías a sus puertas remolcado por la columna de humo de alguna chimenea próxima al sitio donde habría quedado tu cuerpo. Las puertas están abiertas de par en par, entras, caminas, buscas por uno y otro lado, pero no hay nada, no encuentras a nadie: El cielo es un hangar infinito, piensas y te pasa por la conciencia la imagen de la mujer que en mitad de la lluvia te negó la sombra seca de su paraguas.

1.1.1 Suponte que además de cielo, haya Dios: tu ascenso y llegada son los mismos, sólo que ahora encuentras un mostrador y, detrás del mostrador, un mayordomo de levita verde que te hace señas con su linterna de bencina para que te acerques. Das unos pasos y en el acto descubres en el verde chillón de la levita que el cielo no es lugar para ti, que a ti te corresponden otros pasatiempos: descifrar de por muerte las razones por las que esa mujer se negó a compartir contigo su paraguas, y otros asuntos por el estilo.

1.1.1.1 Suponte que haya Dios y que te está esperando, que cruzas la eternidad y el infinito que no son otra cosa que una fila interminable de salitas de espera, salas y antesalas de espera, y que al final, o lo que tú consideras el final, encuentras unos muebles como de cafetería, con sillones confortables de plástico azul, imitación cuero, y que tomas asiento convencido de que si Dios te aguarda: tú debes reunirte ahí con Él. Palpas el forro azul del sillón y tus antiguos hábitos te hacen desear una leche malteada; pero Dios, aunque te esté esperando, no llega y en su lugar, asociado por la malteada y el deseo, lo que viene a ti es el recuerdo de la mujer que en la lluvia te dijo: No.

1.1.1.2 Suponte que Dios llegue: el recorrido previo podría ser idéntico a excepción, claro está, del color de la levita del mayordomo, porque si Dios llega la levita tendrá que ser color obispo. Tú estás sentado en el sillón azul de plástico deseando una malteada y en ese momento llega Dios disfrazado de camarero y sobre una charola trae precisamente esa malteada que tú deseas; viene con corbata de moño y un higiénico bonete en la cabeza. Tú te levantas respetuoso y lo invitas a sentarse, Dios accede y le convidas un sorbo de tu leche, pero Él declina y te explica que acaba de comer, que te lo agradece pero que no tiene apetito. Tú retrocedes apenado: comprendes que fue impropia la manera confianzuda con la que le ofreciste el sorbo y, temeroso de haber cometido una imprudencia, preguntas si se puede fumar. Te responde que sí y hasta te acepta un cigarro. Tu mano tiembla por estar encendiendo fósforos humanos en la cara de Dios. Sin embargo, Dios aspira y comenta: Son buenos sus cigarros, ¿tabaco rubio? No, contestas sin darte cuenta de que corriges nada menos que a Dios, son de tabaco oscuro. Está menos procesado, ¿verdad?, dice Él, y tú contestas que sí, que se trata de cigarros baratos. Pues están magníficos, asegura Él. Tú aspiras el humo y piensas que no son tan buenos, pero no te atreves a decirlo. Dios mira a su derredor y hace un comentario a propósito del plástico azul de los asientos, algo acerca de que parece cuero. Tú le das la razón, Dios termina su cigarro y dice: Bueno, pues Yo, usted sabe, tengo que irme, ha sido un placer. Tú no atinas a decir nada y, cuando Dios se aleja por entre los sillones que parecen forrados de cuero azul, recuerdas el modo como tu asesino se alejó por la calle mientras llovía y la cara de la mujer que no quiso aceptarte bajo su paraguas.

1.2 Suponte también que no haya nada, que tú te mueres a las seis de la tarde porque la lluvia te obliga a buscar dónde protegerte y el techo hospitalario que te pareció inofensivo ocultaba al criminal que habría de matarte a resultas de que hubo una mujer que no quiso compartir su paraguas contigo. La chimenea soltaría al aire su bocanada sucia, la lluvia atravesaría el humo y lo bajaría al piso vuelto hollín, polvo finísimo mojado que el agua arrastraría junto con tu último suspiro hacia la alcantarilla. Al día siguiente tu cuerpo lavado por la lluvia sería encontrado: Un muerto, gritarían; pero tú no oirías nada, ni siquiera el sonido de la lluvia, ni los pasos de tu asesino, ni el no de la mujer que te excluyó de su paraguas; no oirías ni verías ni sabrías nada: nada de leches malteadas, ni de pláticas con Dios, ni mayordomos de levita, ni sillones que parecen de cuero. No habría nada.

2. Ahora suponte que abajo del paraguas ella te contesta: Sí, claro, acompáñame. Y tú, indeciso y sorprendido por haber repasado algunas consecuencias de su negativa anterior, comienzas a contarle que el "no" que te dijo en otro cuento te lanzó a las manos de un asesino y a unas pláticas con Dios y a una serie de hipótesis que ella festeja riendo, justo cuando pasan frente a la puerta donde está el asesino que espera que tú llegues chorreando para matarte; pasan de largo y, como la tarde está de perros y apenas son las seis, ella propone entrar en la cafetería que queda en la calle siguiente, la cual, por supuesto, tiene los sillones azules. Entran, se sacuden la lluvia que les perla la ropa, y ella pide una leche malteada y tú, un café.

martes, 6 de julio de 2010

CHOCOLATE

El que sigue es un cuento de Pedro F. Miret. Notarán algunas irregularidades en la puntuación: signos de exclamación, puntos seguidos, puntos aparte y, sobre todo, en los puntos suspensivos. Más abajo, Mario González Suárez explicará este característico estilo.
Al terminar de leer Chocolate se preguntarán ¿qué diablos pasó? (pueden dejar su punto de vista en comentarios)


CHOCOLATE
Pedro F. Miret


Las compuertas comienzan a abrirse lentamente y de ellas sale vapor. . . . y ahora un chorro de chocolate hirviente espeso y oscuro que cae en los crisoles de los cuales se levanta una nube de vapor que casi oculta los chorros y las lámparas del techo. . . . . . . . ya están llenos y por algunos se deslizan rápidas chorreaduras de chocolate. . . los crisoles empiezan a inclinarse lentamente. . . y el chocolate hirviendo cae en unos canales por donde avanza rápidamente. . . . . . . . . llega al final de éstos y choca violentamente contra una compuerta salpicando en todas direcciones e inmediatamente se produce una ola que recorre los canales en sentido contrario. . . . . . . . . y va a morir bajo el goteo de los crisoles. en la superficie se forman miles de burbujas que revientan lanzando bocanadas de vapor. . . . . . repentinamente, de las rejas que hay junto a los canales, surge un alarido que retumba en la nave y después espesas nubes de vapor que suben rápidamente hacia el techo. . . . dejan de salir y a través de las rejas se puede ver correr el agua del hielo fundido. . . . se abren todas las compuertas a un tiempo y el chocolate, convertido ahora en “lingotes”, sale de los canales y corre sobre rodillos que producen un ruido muy semejante a un tren que marcha lentamente. . . de la oscuridad del techo bajan varias asideras metálicas, bajan entre las lámparas y quedan iluminadas por éstas. . . . se detienen a cierta altura y avanzan a la misma velocidad que los lingotes. . . . . repentinamente caen sobre ellos, los prenden y se vuelven a elevar. . . . se detienen y avanzan lateralmente produciendo en el piso zonas de luz y sombras cuando pasan bajo las lámparas. . . . . tamente. . . de la máquina sale un cilindro blanco lleno de halado de chocolate, la garra mecánica se acerca, lo prende, gira, lo deposita en la banda sin fin y se empieza a alejar lentamente. . . de la máquina sale un cilindro blanco lleno de helado de chocolate, la garra mecánica gira, se acerca, lo prende, gira, lo deposita sobre la banda sin fin y se empieza a alejar lentamente. . . . de la máquina sale un cilindro blanco lleno de helado de chocolate, la garra mecánica gira, se acerca, lo prende, gira, lo deposita sobre la banda sin fin y se empieza a alejar lentamente. . . de la máquina sale un cilindro blanco lleno de helado de chocolate, la garra mecánica gira, se acerca, lo prende, gira, lo deposita sobre la banda sin fin y se empieza a alejar lentamente. . . .
entre el fragor de las máquinas se empieza a oír un silbido. levanto la vista hacia el techo y la luz de mas lámparas me hace entrecerrar los ojos. miro la intrincada red de tubos blancos. . . . . pero no veo nada especial y bajo la vista otra vez:
. . . osita sobre la banda sin fin y se empieza a alejar lentamente. . . de la máquina sale un cilindro blanco lleno de helado de chocolate, la garra mecánica gira, se acerca, la prende, gira, lo deposita sobre la banda sin fin y se empieza a alejar lentamente. . . de la máquina sale un cilindro blanco lleno de helado de chocolate, la garra mecánica gira, se acerca, lo prende, gira, lo deposita sobre la banda sin fin y se empieza a alejar lentamente. . . de la máquina sale un cilindro blanco lleno de helado de chocolate, la garra mecánica gir. . .
me echo el aliento en la mano y tomo el teléfono blanco que parece estar siempre helado. aprieto rápidamente un botón rojo del tablero
-. . . . ¿Si?
-. Oye, Tom, allá arriba se oye un silbido desde hace rato
- ¿Qué temperatura tienes?
miro el termómetro del tablero
-.Dos grados bajo cero
-. No te preocupes, es que está pasando chocolate caliente por uno de los tubos.
cuelgo el teléfono. me incorporo y echo a caminar. . . doy un vistazo a los cilindros llenos de helado de chocolate de la izquierda que avanzan lentamente formando una hilera que se pierde de vista a lo lejos. después miro los de la derecha que avanzan en dirección contraria y ya tapados. . . . me cierro el cuello de la bata blanca y meto la otra mano en la bolsa, pero la saco rápidamente al sentir el frío del lapicero metálico!. . . . . . sin dejar de caminar echo un vistazo a los tubos del techo entre los que se sigue escuchando el misterioso silbido. . . . . . . . me agacho y paso por debajo de la fila de cilindros de la derecha, camino dos pasos. . . y paso por debajo de otra fila de cilindros que se mueven lentamente en sentido contrario, camino dos pasos. . . y paso por debajo de otra fila de cilindros que avanzan en el mismo sentido que los anteriores, camino dos pasos. . . y me detengo al ver que por la banda sin fin que tengo enfrente no pasan cilindros!. . . pero allá a lo lejos se viene acercando la fila de envases. me dirijo a su encuentro. . . . . . . . abro la helada tapa del primer cilindro y miro su interior: está lleno de helado de chocolate hasta el borde. lo vuelvo a tapar y me echo el aliento en las manos. me pongo de puntillas y miro la fila que se pierde de vista a lo lejos: parece que ya no hay más claros en ella. . . abro al azar uno de los cilindros que va pasando: también está lleno hasta el borde de helado de chocolate. lo vuelvo a tapar y paso por debajo de la banda sin fin echándome el aliento en las manos. me dirijo hacia la montaña de bidones blancos que tienen pintada una vaca negra sobre un círculo amarillo. . . . y subo a uno de ellos tapándome las manos con las mangas para no tocar el metal. me incorporo y paseo la vista por el sinfín de hileras de cilindros que se mueven lentamente. . . . . . no, ya no se ven más claros entre ellas. brinco al suelo y me interno por el paso que hay entre las montañas de bidones. . . aquí el frío es glacial y únicamente en los bidones de allá arriba a la derecha pega la luz de las lámparas. . . . . . . . comienzo a pisar pedacería de chocolate y dejan de resonar mis pasos. . . . . salgo a un inmenso claro entre los bidones, totalmente cubierto de pedacería e intensamente iluminado por la luz glacial de las lámparas del techo. . . y allá está Tom paleando!
-. ¡Tom!
voy hacia él. . . . . Tom deja de palear y hunde la pala en la pedacería
-. ¿Tienes un cigarro?
saco uno y se lo tiro. Tom lo agarra en el aire
-. ¿Nunca habías estado aquí?
niego con la cabeza. Tom saca el encendedor metálico y enciende el cigarro. se lo guarda y después se echa el aliento en la palma de la mano
-. . . ¿Qué hacen con todo esto?
-. Tirarlo
-. ¿Cómo?
-. Se funde en pailas y se manda por el drenaje
-. ¿Y no se atasca?
-. No, porque se inyecta agua caliente al mismo tiempo
remuevo la pedacería con el pie y dejo al descubierto pedazos de chocolate oscuro de todas formas y tamaños
-. ¿No han pensado en aprovecharlo?
-. Habría que seleccionarlo y eso sería muy caro. Mira. . .
Tom se agacha y agarra un pedazo de chocolate al azar. Lo parte y me lo extiende. Lo miro de cerca sin agarrarlo: tiene una franja oscura en su interior
-. Es mermelada
lo tira y agarra otro. lo parte y me lo vuelve a extender. lo miro de cer. . .
-. ¡Agárralo!
me doy cuenta de que esta vez no puedo negarme y lo agarro. ¡está helado!
-. . . ¿Qué son estas manchas blancas?
-. Nueces
lo tiro y me echo el aliento en las puntas de los dedos
-. ¿Te imaginas qué mezcla saldría?
me agacho y agarro una figura del Pato Donald que todavía está enter. . . no, tiene la cola rota
-. Se hicieron varios cientos de miles, pero surgió un problema y hubo que fundirla otra vez. Todavía sale una de vez en cuando. . .
la levanto a la altura de mis ojos y la miro por un lado y por otro
-. ¿Te quedas?
-. Voy a dar una vuelta por ahí
-. Chau
Tom va hacia una de las montañas. . . . la sube de una carrera y desaparece por el otro lado. . . tiro la figura del pato y echo a caminar por la gran extensión de pedacería. . . . oigo un ruido y volteo: son pedazos que se deslizan por la ladera por la que subió Tom. . . todo vuelve a quedar en silencio y sigo caminando. . . . subo de un brinco sobre unas montañas de láminas de chocolate. me agacho y agarro una: están troqueladas al máximo para sacar el mayor número de “monedas” de cada una. . . la dejo caer y se parte en varios pedazos. me echo el aliento en los dedos y sigo caminando sobre ellas. . . . . salto otra vez la pedacería. . . . . . . . paso junto a un inmenso lingote de chocolate semienterrado y agujerado como un queso por las burbujas de aire que se formaron en su interior en el momento de la fusión. . . . por aquí hay gran cantidad de colillas entre la pedacería, como si se hubieran vaciado muchos ceniceros. . . . me detengo a mirar unas puntas largas y oscuras que asoman entre los tubos del techo. . . y que no adivino qué puedan ser. . . . echo a caminar otra vez. . . . . y me detengo exactamente debajo de ellas. son “estalactitas” de chocolate que cuelgan de uno de los tubos. . . agarro un pedazo de chocolate y lo tiro contra ellas. . . . pega en uno de los tubos gruesos que suena como una campanada profunda varios segundos. . . tiro otro pedazo que. . . se pierde entre la red de tubos. . . . ahí viene! salto hacia atrás para que no me caiga encima. . . . agarro otro trozo y me pongo debajo de las “estalactitas”, levanto la cabeza y lo. . .
-. ¡Ayyyyy!
siento un dolor terrible en la frente. me paso la mano: es una gota de chocolate caliente. . . . y el dolor va aumentando. me pongo los dedos helados en la quemada. . . . pero no disminuye. doy unos pasos mirando la pedacería. . . . . . me agacho ante una gran plancha de tabletas piramidales, desprendo una tira y me la aplico fuertemente en la frente. . . y el dolor va disminuyendo otra vez con la quemada del frío!! me incorporo y sigo caminando. . . . . . . . . . . . . la tableta empieza a perder su frialdad y la tiro. recojo un pedazo cubierto de ampollas reventadas y espero a volver a sentir el dolor en la frente. ¡ya! me lo aplico rápidamente. . . . . tomo un camino en que la pedacería está casi compacta de tanto ser pisada. . . y que lleva hacia los bidones. . . . . . levanto la vista y miro los tubos blancos, pero no veo más estalactitas en ellos. . . me interno entre las inmensas pilas de bidones en semipenumbra. . . y vuelvo a sentir el frío glacial de antes!!. . . echo un vistazo a un paso oscuro que hay entre los bidones allá a la izquierda, pero no distingo la mancha blanca del teléfono. . . . . aquí viene otro. . . . . tampoco aquí hay. . . . . va terminando la pedacería del suelo y oigo de nuevo el retumbar de mis pasos en el cemento. . . ahí viene otro. . . . . aquí sí hay. me interno en él y me dirijo hacia la mancha blanca del teléfono. . . el paso es muy estrecho y el frío es todavía más intenso!. . . . tomo el auricular y me lo pong. . . lo retiro rápidamente del oído al sentir la quemada del frío.
-. . . ¿Si?
-. ¿Tom?
-. Sí
-. En uno de los tubos se ha formado una estalactita
-. ¿De hielo?
-. No. . . de chocolate
-. ¿Estás seguro?
-. Seguro
-. . . Espera
. . . . poco a poco me voy acostumbrando a la semipenumbra y comienzo a distinguir con más claridad el dibujo de la vaca de los bidones. . . . levanto el pie y desprendo una cosa que tengo pegada en la suela del zapato. la miro de cerca y veo que se trata de un pedazo de chocolate. lo tiro. . . me cambio de mano el teléfono y me echo el aliento en la mano libre. . . .
-. ¿Tom?
-. . . . . . . . . . . . . .
levanto la vista y miro los tubos del techo que reflejan la luz de las lámparas. . . . . . . . . .
-. ¿Estás ahí?
-. Sí
-. No cuelgues
. . . . . el frío me empieza a atravesar la ropa y camino unos pasos. . . hasta donde lo permite el cable del teléfono. doy media vuelta y voy hacia él. . . me alejo otra vez. . . hasta que se tensa el cable. voy otra vez hacia el teléfono. . .
-. Tom
-. Dime
-. Habla después, ¿quieres?
-. Bueno
cuelgo el teléfono y corro hacia la salida. . . . . . salgo del paso y sigo caminando. . . . . . . veo de reojo una raya de luz y volteo: se trata de una ranura entre los bidones a través de la cual se ven allá muy lejos los cilindros que pasan lentamente. . . me cubro las manos con las mangas de la bata y trato de entrar. . . no, es demasiado estrecha para entrar de frente. me meto caminando de perfil e inmediatamente siento en la cara el frío glacial que reverbera de los bidones!!. . . . echo un vistazo a la raya de luz de la salida para orientarme en la oscuridad. . . trato de caminar de frente para ir más de prisa, pero siento que mis hombros chocan con los bidones, y sigo caminando de perfil dand. . . siento que mi nariz roza con el metal helado y yergo la cabeza todo lo que puedo. . . . . sin darme cuenta trato otra vez de caminar de frente y siento que mis hombros vuelven a chocar con los bidones!. . . . . levanto un poco la cabeza para no respirar el terrible frío que reverbera de los bidones. . . . . echo un vistazo a la raya de luz de la salida: todavía está lejos. . . . . . el frío me empieza a producir un intenso dolor en la cara y en las manos y siento que va traspasándome la ropa. . . . . . mi hombro choca con algo. levanto la mano y lo busco al tacto. . . . se trata de un teléfono que casi ha perdido la forma con el hielo que se ha formado en él. trato de despegar el auricular pero. . . no puedo! paso por debajo del teléfono y sigo caminando de perfil echándome el aliento en la palma de la mano para calmar el dolor de la quemada. . . . . . . . . volteo: aquí viene ya la salida. . . . . . salgo de entre los bidones y siento un agradable calor en todo el cuerpo!! y la intensa luminosidad me hace entrecerrar los ojos. me paso las manos por la cara y siento que desprendo pequeños pedazos de hielo que se me han formado en las cejas, debajo de la nariz, en las orejas. . . . con los ojos todavía entrecerrados paseo la vista por las filas de cilindros que se mueven lentamente. . . . . . . . y veo allá en la cuarta fila uno totalmente chorreado de chocolate!! corro hacia los cilindros. . . . me agacho y paso rápidamente bajo la primera banda sin fin. . . sin incorporarme paso por debajo de la segunda. . . de la tercera. . . y salgo casi frente al cilindro. me incorporo y toco las escurriduras de chocolate: ya están sólidas. hundo el dedo en el helado y siento que por debajo el chocolate está líquido!! saco el pañuelo y me limpio el dedo, mientras miro la fila de cilindros en una dirección y en otra, pero hasta donde alcanza la vista no se distingue ningún otro que esté chorreado. camino unos pasos. . . . alcanzo el cilindro y camino junto a él sin saber qué hacer. . . . . echo un vistazo a la larga fila de cilindros de la izquierda que avanza en sentido contrario, pero ninguno se ve chorreado hasta donde alcanza la vista. . . . . siento que me corren gotas por la frente y se me meten a los ojos. me paso la mano por la cabeza y el hielo que todavía tengo entre el cabello se funde rápidamente y me corre por la cara. . . . sin dejar de caminar empujo un poco el cilindro fuera de la fila y trato de sacarlo. . . pero pesa demasiado! y vuelvo a enderezarlo. . . . . . . . ahí viene un teléfono en la próxima columna. aprieto el paso. . . . . . y descuelgo el auricular
-. . . . . . . . . . .
-. . . Oye!
-. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
no, no contesta nadie
pasa frente a mí el cilindro chorreado: cuelgo el teléfono y echo a caminar otra vez junto a él. . . miro el reloj de pulsera: son las nueve y diez. ahora entiendo por qué ya no contestan allá arriba. . . . . la sensación de calor que tuve al salir de entre los bidones empieza a desaparecer y vuelvo a sentir frío otra vez!. . . . . . . . . paso por sobre la reja de una alcantarilla: podría empujar el cilindro para que el chocolate cayera por ella, aunque. . . . . . . . . . . . . ¡sí, eso es! ¡no, ya no se puede, el cilindro ya dejó atrás la alcantarilla!! aprieto el paso y me dirijo hacia la columna. . . . y empiezo a subir por la escalera marina que hay en ella agarrándome de los helados barrotes. . . . . . . . . . . . . . . . . me detengo a descansar y aprovecho para echar un vistazo hacia abajo. . . . y veo allá lejos una fila en que todos los cilindros avanzan chorreados!!! sigo subiendo, pero ahora rápidamente. . . . . . paso entre las grandes lámparas y después me interno en la semipenumbra del laberinto de tubos blancos. . . . . . . me detengo a echar otro vistazo hacia abajo, pero la maraña de tubos apenas deja ver las filas de cilindros y sigo subiendo. . . . . . salto de la escalera a una pasarela metálica y corro por ella. . . . . parece que me voy acercando al sitio de donde proviene el silbido, pues cada vez se va oyendo más intensamente. . . . . por aquí es! me detengo, me asomo un poco fuera de la pasarela y me ciega el reflector de allá abajo. tapo la luz con la mano y miro el laberinto de tubos en semipenumbra. . . . . levanto la vista hacia los tubos iluminados por cientos de franjas de luz que se producen al pasar ésta a través del enrejado de la pasarela. . . no, tampoco parece provenir de ahí arriba el silbido. sigo corriendo. . . . .salto al vacío. . . y me agarro de un tubo helado! por el que me deslizo. . . . . aprieto las piernas y me detengo. echo un vistazo a los tubos que me rodean en todas direcciones: el silbido parece venir de todas partes! aflojo las piernas y vuelvo a deslizarme rápidamente. . . . . salgo de entre los tubos. . . . y entro por el techo a la torre de control: está vacía. me acerco a los ventanales y camino junto a ellos mirando las filas de cilindros allá abaj. . . allí va la fila chorreada. . . . . me detengo ante el tablero blanco y lo miro mientras me echo el aliento en las manos heladas: tiene largas hileras de botones rojos y azules y en la izquierda hay un nicho con un teléfono blanco en su interior. . . . . . . . . . . . . . . aprieto uno de los botones azules y todo queda en penumbra!!! A excepción de una tenue luz rojiza que se enciende en el techo del cuarto de control y el silbido va dejando de oírse. . . . hasta hacerse el silencio absoluto. vuelvo a apretar el botón y miro por el ventanal: todo sigue oscuro allá afuera y me veo reflejado en el vidrio. . . aprieto otro botón, pero no pasa nada. . . aprieto otro. . . y tampoco pasa nada. . . aprieto otros y todos los botones sumidos vuelven a salir. . . con la palma de la mano abierta aprieto todos los botones que puedo. . . y las grandes lámparas empiezan a parpadear y se van encendiendo. . . y veo que todas las filas de cilindros están paradas hasta donde alcanza la vista!!!
-. ¡Puta madreee!
con las dos manos aprieto todos los botones del centro del tablero y todo vuelve a quedar a oscuras excepto el tablero, que queda iluminado por la luz rojiza del techo!!!
-. . . ¡Pero!
me agacho sobre el tablero para ver los botones de la parte superior y sin querer aprieto con la panza los de abajo. me incorporo rápidamente y miro por el ventanal: todo sigue a oscuras, pero allá abajo se ve una lucecita que se mueve de un lado a otro
-. ¡Tooomm!!
golpeo el vidrio con los puños cerrados. . . . la lucecita se detiene un momento y después empieza a acercarse sin dejar de moverse. . . . . me aparto del tablero y camino unos pasos mirando al suelo. . . . . y distingo en al semipenumbra del piso una jaladera. me agacho y la abro
-. ¡Tom, estoy aquí arriba!
-. ¡Voooy!
el retumbar de los pasos de Tom se convierte en una carreta. . . . . . . ahora aparece allá abajo la luz y oigo cómo empieza a subir rápidamente la escalera marinera. . . . . ¿cómo demonios puede subir agarrando la linterna con la mano?. . . . . . . . . aquí viene. . . . . . ah, es que la lleva en la boca!. . . . saco mi linterna, la enciendo y alumbro una mesa en que hay varias tazas de café vacías y algunos pedazos de chocolate. me acerco. . . . y abro uno de los cajones. alumbro el interior: sobre una pila de carpetas hay varios cigarros sueltos. tomo uno y lo pongo frente a la luz. . . sí, es de chocolate. lo vuelvo a tirar y cierro el cajón. abro el de abajo y lanzo la luz al interior: está repleto de pedacería de chocolate. . . lo cierro con el pie y me dirijo hacia la vidriera. . . . apunto con la lámpara hacia el vidrio y distingo vagamente allá abajo las filas de cilindros inmóviles. . . . . . .
-. ¡Hey!
volteo hacia la luz de la linterna que se mueve nerviosamente en la oscuridad
-. ¿Qué?
-. ¿Por qué no bajas al sótano a ver cómo anda la cosa por allá?
-. ¿Y por qué no vas tú?
-. Bueno
-. . . . Deja, ya iré yo
me dirijo hacia la puerta. . . . y alumbro el vacío con la lámpara: allá hay un tubo que baja derecho y no tiene válvulas. será más rápido por ahí que por la escalera. camino hacia atrás para darme impulso. . . . y paso junto a Tom que está registrando los cajones de un escritorio
-. ¿Adónde vas?
-. Abajo
mis espaldas chocan contra el vidrio. me pongo la linterna entre los dientes, me doy impulso con el pie y echo a correr a toda velocidad. . . . paso junto a Tom. . . . salgo por la puerta y brinco al vacío. . . me agarro del tubo y me deslizo rápidamente. . . . llego al piso y echo a caminar alumbrando el suelo con la linterna. . . . me agacho, abro la tapa que hay en el piso e inmediatamente percibo el fragor del chocolate en la oscuridad. alumbro al fondo del tanque y veo cómo éste gira lentamente y cómo en el centro del remolino se ha formado un hueco del que no se alcanza a ver el fondo. . . . dejo caer la tapa y me incorporo. alumbro lentamente la fila de cilindros inmóviles de helado. . . . . hasta dar con una columna que afortunadamente tiene teléfono. voy hacia ella. . . . . . . descuelgo el auricular en el mismo instante en que se encienden las lámparas del techo con una luz muy baja que da a todo un aspecto fantasmal
-. Tom. . . . .
. . . . . . . . . . . . . . .
el teléfono está muerto. lo cuelgo y las lámparas del techo vuelven a apagarse ¡qué coincidencia!. . . ¿será que. . .? enciendo otra vez la linterna y alumbro el teléfono, descuelgo el auricular. . . y las lámparas se vuelven a encender con la misma luz mortecina!
-. ¡Hey!
aprieto varias veces el botón del teléfono y las lámparas parpadean!. . . dejo el auricular colgado y echo a caminar. . . . . . . repentinamente caigo en la cuenta de que la temperatura es apenas ligeramente fresca y de que al agarrar el auricular no sentí la quemada del frío! meto el dedo en el helado de un cilindro y siento que por debajo de la superficie el chocolate está derretido!! saco el pañuelo y me limpio el dedo. . .
-. ¡Toooom!
el grito repercute en la nave. . . . pero no obtiene respuesta. doy una paso hacia atrás y abro la compuerta sobre la que estoy parado. me meto y bajo rápidamente la escalera metálica. . . . . brinco al piso y miro a mi alrededor: hasta donde alcanza la vista las bandas transportadoras de bombones están paradas y las lámparas del techo también dan una luz muy baja que parpadea constantemente. oigo con atención y percibo un ruido lejano de líquido que cae, como si hubiera un grifo abierto en algún sitio. . . voy hacia una banda y miro las largas filas de bombones: parecen estar en buen estado, aunque es difícil asegurarlo con esta luz. agarro uno y lo aprieto ligeramente. . . lo aprieto un poco más. . . y siento que se me deshace en la mano! tiro al suelo la masa informa y echo a caminar frotando la mano sucia en la pared. . . . . . entro al baño y abro el interruptor: la luz es también muy baja. me miro al espejo y veo que tengo una mancha de chocolate en el pómulo. sin dejar de mirarme saco el pañuelo, abro el grifo y lo mojo en agua caliente, me lo paso por el pómulo y me hago una gran mancha! Miro el grifo y veo que es chocolate lo que sale por él. . . . poco a poco se va adelgazando el chorro hasta dejar de salir. . . . ahora comienza a salir vapor. . . cada vez con más fuerza. . . . y se empaña el vidrio. el grifo “estornuda” varias veces y vuelve a salir chocolate hirviente entre el vapor. . . volteo: en el fondo del inodoro también hay chocolate. tiro de la cadena y éste empieza a girar… y a subir. . . . llega hasta el borde pero en vez de comenzar a bajar, se derrama por todos lados! de un salto salgo del baño y me quedo en la puerta mirando cómo el chocolate se va por la coladera. . . . .

. . . . la luz vuelve a ser intensa y mis pies chapotean en la espesa capa de chocolate que hay en el piso. los cilindros han sido retirados ya de las bandas transportadoras y sólo quedan sobre éstas los círculos de chocolate derramado. . . ¡qué desagradable es sentir que a cada paso que doy se me mete el chocolate dentro de los zapatos!. . . . me apoyo en una de las bandas transportadoras y me miro los pies: tengo los pantalones empapados de chocolate hasta las rodillas!. . . me quito los zapatos, los escurro y los pongo sobre la banda. . . me quito los calcetines, los exprimo y los coloco junto a los zapatos. . . me arremango los pantalones para no sentir el roce de la tela mojada. . . . . . y me ensucio todavía más mis manos cubiertas de chocolate seco. . .
-. ¡Heyyy!
volteo: es Tom que viene chapoteando con los pantalones arremangados
-. El jefe quiere vernos
-. ¿Para qué?
-. Quiere que paguemos todo el chocolate que se perdió
aquí está ya. echamos a caminar juntos
-. . . ¿Y cuánto es?
-. Unas seis toneladas
-. A dos dólares veinte los cien gramos, son. . .
-. Unos setenta mil dólares, ahora venía haciendo la cuenta
-. Estás mal. en un kilo hay mil gramos, o sea. . . que vale aproximadamente veinticinco dólares el kilo, multiplicado por seis mil son. . .
-. . . más o menos ciento cincuenta mil dólares
-. Caray
quedamos en silencio y sólo se oye el chapotear de nuestros pies. . . . . repentinamente Tom se hunde en el chocolate y desaparece!!
-. ¡¡Tooom!!
aparece lentamente su mano con los dedos abiertos. la agarro, jalo con todas mis fuerzas y lo saco chorreando chocolate. sin abrir los ojos extiende la mano y me pide algo por señas. saco el pañuelo y se lo pongo en ella. se frota los ojos. . . los abre y parpadea varias veces. qué blancos se le ven!
-. . . estaba abierta la fosa
-. Sí
se restaña el chocolate que le escurre constantemente en la cara. . . . despliega el pañuelo para ver si queda alguna parte limpia. . . todo está empapado y lo tira al suelo
-. Vamos. . .
abro la puerta del despacho: parece que la espesa alfombra se salvó. . . no, al pisarla con los pies desnudos siento que rezuma chocolate



EL CASO MIRET

No es imposible que la obra de Pedro F. Miret suscite en el lector incluso irritación. En Insomnes en Tahití (1989), por ejemplo, nuestro autor da tal curso a la narración que se podría pensar que carece de técnica y desconoce la economía del lenguaje. Uno se pregunta ¿por qué cada vez que un personaje habla en francés tiene que aparecer un traductor que ponga sus palabras en español y luego en francés la respuesta del interlocutor? Como los guionistas puntillosos, Miret no omite nada. Sin embargo el ojo-voz de Miret, que es uno y el mismo para todos sus relatos, se ha propuesto filmar la película –atento a la luz, la atmósfera, la continuidad, la edición…- al tiempo que escribe el guión.

Y en este sentido resulta ineludible atender cierta peculiaridad de la escritura de Miret que desconcierta, en primer lugar, a los editores: los puntos suspensivos. En un relato de Rompecabezas antiguo (1981) pueden contarse hasta 27 puntos. La insistencia de esta aparente arbitrariedad deja intuir que los puntos de Miret nada tienen que ver con “suspender”, que es la misión natural de los puntos suspensivos, y que rigurosamente deben ser tres. Los puntos de Miret son acotaciones cinematográficas.

La zapatería del terror (1978) contiene cuatro historias –difíciles de adjetivar- que exigen ser filmadas en blanco y negro por directores desequilibrados o expresionistas, o por Luis Buñuel, a quien está dedicada la ficción que da título al libro, y es una de las más bellas piezas de Miret. “La zapatería del terror” no es sólo un buen argumento sino una burla a Kafka, si esto es posible. Cuenta la historia del dueño de una zapatería al que se le ocurre ir a la oficina de gobierno correspondiente a solicitar un permiso para abrir su negocio el día del desfile militar y patriótico. La zapatería abierta provoca en el servicio de inteligencia y en los jefes castrenses la sospecha de que desde allí se perpetrará un atentado terrorista. Aunque el final de la historia hace pensar en una enigmática parábola, nada está más lejos de Miret que la búsqueda del símbolo, la verdad revelada, la epifanía. Y esto nos lleva al reconocimiento de la originalidad de Miret, que no de su “rareza”, pues mientras que cualquier autor puede proponerse ser raro, ninguno puede proponerse ser original.

Cada texto de Pedro F. Miret es como un tren que se descarrila pero no se detiene, arrolla al mundo a su paso. En el universo de Miret los actos humanos se suceden como en el inclemente espacio donde gravitan las partículas subatómicas. En ese limbo no hay Dios ni fatum ni más allá, sólo acción, una inercia invencible que mastica hasta sus propios engranes. Dudo que Miret haya sido consciente de las implicaciones filosóficas de las aventuras de sus personajes; y no hay que perder de vista que en la literatura de Miret no hay muertos, ni violencia ideológica o pasional. Él es el dios absoluto de ese mundo en que si alguna importancia tienen los hombres ésta no se relaciona con su condición ni su afectividad. Los seres humanos transitan como juguetones solemnes que interpretan las pesadillas de su creador: amoral, sin prejuicios ni preconcepciones, cuyo universo se yergue al paso. La inaudita pluma de Miret se empeña en seguir –más que en trazar- la mecanicidad de la vida cotidiana, sus tiempos muertos: y abre una concha sin perla. En cada texto Miret vuelve a crear el universo, siempre enigmático a su insignificancia.

En “Chocolate” –que debió haber sido un clásico del cine mudo- asistimos a la visión del funcionamiento de una fábrica de chocolate en donde súbitamente se descomponen las máquinas: se pone en evidencia la analogía entre la actividad de éstas y los actos de los hombres: ambos son absurdos, ciegos, imparables: y misteriosos. En “Tormenta sobre Europa” el narrador, que participa en un importante encuentro con dignatarios que discuten sobre la inminencia de la guerra, tiene que interrumpir a un ministro porque de pronto le acomete un malestar gástrico. Batalla para encontrar el sanitario y ya aliviado de su carga se percata de que no hay papel. Entonces decide volver a la biblioteca donde se celebra la reunión. Sin siquiera haberse subido los pantalones, oculto tras un sofá y en medio de imprecaciones y amenazas de invasión entre los jerarcas, elige un libro para arrancarle las hojas salvadoras… El de Miret es un humor extraño, por momentos burlón, luego negro, y no digo surrealista porque eso no es Miret, y es posible que jamás se haya propuesto ser humorista. Al contrario del común de los escritores, Miret se esconde en sus textos, nada nos deja saber o siquiera inferir de él mismo.

Gerardo Deniz, en su mireteana “Presentación” a Esta noche. . . vienen rojos y azules, le reprocha a Miret su “estilo pobre”. Además es cierto que Miret no es un autor de grandes frases, cuando más llega a la socarronería: dos ejemplos: 1) “. . . soy de metal y madera, si no me tocan soy frío como el hielo, pero si me abrazan soy caliente como la caldera. ¿Qué es?. . . la ametralladora. . .” 2) “. . . una vela que se está consumiendo porque ya es muy tarde y a los que están alrededor de ella se les cierran los ojos. . . eso es duermevela. . .”

Mario González Suárez
Paisajes del limbo: una antología de la narrativa mexicana del siglo XX
Tusquets
pp: 97-99

Pedro F. Miret nació en Barcelona, España, en 1932. Cuentista, novelista, dramaturgo y guionista. En 1939 llegó a México en el barco Sinaia, como parte del exilio español. Es autor de los libros de cuentos Prostíbulos (1973) y Rompecabezas antiguo (1981), y de las novelas Esta noche. . . vienen rojos y azules (1967), Eclipse con explosión (1972), La zapatería del terror (1979) e Insomnes en Tahití (1989). Murió en 1988 en Cuernavaca, Morelos.

Alejandro Toledo
El hilo del minotauro: cuentistas mexicanos inclasificables
FCE
pp: 494-495

Para saber más de la vida de este gran escritor, denle aquí.

Artículos de:



domingo, 4 de julio de 2010

CUCA: 20 AÑOS

Viernes 02 de Julio de 2010
Teatro Metropólitan
21:00
CUCA

Celebrando 20 años de rockear, esta gran banda mexicana -integrada por José Fors en la voz, Galileo (Galo) Ochoa en la guitarra, Nacho (el implacable) González en la batería y Carlos Aviléz en el bajo- ofrecieron el pasado 02 de Julio un concierto épico: 29 canciones y casi 3 horas.

Hablar de CUCA es hablar de los 90´s. Década que vio nacer y explotar a bastantes bandas de rock mexicano. Pero que ninguna me enganchó como lo hizo CUCA. Sus letras desmadrosas, terroríficas y sexuales aunadas a la potencia del rock lograron resaltar en la escena del rock mexicano (donde muchos sonaban igual) y, sobre todo, en lo que se escuchaba en ese tiempo en la radio. En VH1 están pasando las "100 más grandiosas canciones de los 90´s" de México, claro, y al recordar las porquerías que se escuchaban, no resulta disparatado por qué CUCA estaba en otro nivel y por qué siguen saliendo de gira y llenando los lugares sin (prácticamente) publicidad.

A lo mejor ahora sus letras pueden sonar banales, pero de adolescente eran la neta. La música sigue haciendo agitar la mata. Simplemente: rock and roll pesado y natural.

Abrieron con el inicio del Hombre de la marcha para comenzar propiamente con Mátame antes y terminaron con Cara de pizza. Estas son las rolas que tocaron de cada disco:

LA INVASIÓN DE LOS BLÁTIDOS (1991)
Cara de pizza / El son del dolor / El mamón de la pistola / Don Goyo / La pucha asesina / Implacable / Qué chingaos / Necesito cirugía.

TU CUCA MADRE! (1993)
Mujer cucaracha / Todo con exceso / Hombre de la marcha (tus piernas) / Alcohol y rocanrol / Hambriento / Acariciando.

LA RACHA (1995)
Tú ya fuiste / Mala racha / Insecticida el suicida / La balada.

EL CUARTO DE CUCA (1997)
Electroshock / Tu flor / Mi cabeza / Mundo animal / Puro camote.

CON PELOTAS (2006)
Gordibuenas / Mátame antes / Rock y sólo rock / No creo en el amor / Metrosexual.

Hubieron muchos momentos destacados:
* Ya para terminar el concierto, después de una breve pausa, regresaron al escenario tocando Black sabbath (Black Sabbath) que unieron magistralmente al Hombre de la marcha.
* A diferencia de la gira de reunión (2004), durante Implacable no salieron (lamentablemente) "bailarinas exóticas", pero sí hubo dos edecanes que durante el transcurso del concierto salieron a servirles tequila.
* A El son del dolor (probablemente la rola del rock mexicano que más mexicanos conoce) le pusieron un toque "cubano" (percusiones y trompetas).
* La balada, la única rola de La racha que cantó Fors, sonó impresionante al ser coreada y ovacionada por todos los presentes.
* ¿Slam, en el Metropólitan? Aunque parezca descabellado (primera vez que lo veo) se armó en slam en los pasillos durante Cara de pizza.

Así como al inicio, en la pantalla, pasaron fotos que nos hicieron recordar la historia de la banda, también yo recordé aquél día que, al lado de mis mejores amigos (Emiliano y Eric) los vimos tocar en el Rock Stock. O aquél otro (también en el Metropólitan presentando El cuarto de Cuca) donde un vagabundo me robó la playera recién comprada (en la calle) del concierto. Esta vez la agarré bien y me podrán ver por la calle portando en el pecho orgullosamente el esqueleto de una cucaracha.

Nunca había brincado, gritado y sacudido el cráneo como en este concierto. Hasta tuve que quitarme los anteojos (primera vez) por el riesgo a que se cayeran.

¡Muchas gracias CUCA!

Hace seis años, durante la gira de reunión, tuve la oportunidad de que me firmaran el disco de dicha gira:





















P.D.: el viernes 16 de Julio de 2010, en el Lunario del Auditorio Nacional, se presentará FORSEPS, el grupo alterno de José Fors donde las letras y la música son más oscuras y profundas. Una delicia.