En las montañas de la locura es, sin dudarlo, mi relato favorito de Lovecraft, por lo que desde hace años tengo a Cthulhu de cabeza para que aprueben la adaptación cinematográfica de Guillermo del Toro.
Pero, ¿de qué va la historia?
En las montañas de la locura
(At the mountains of madness, 1931, 150 páginas)
Octavo relato de los mitos y quinto de los grandes textos. Es el mejor relato de Lovecraft, pues añade a la magia de lo desconocido el tempo necesario para disfrutar de la narración. "Me veo obligado a hablar porque los hombres de ciencia se han negado a seguir mi consejo". Su consejo es que no vayan a la Antártida en busca de los restos de una civilización que acaba de descubrir. El peligro es que pueden despertar un horror dormido desde hace demasiado tiempo que podría acabar con toda la humanidad. Pero esto lo hemos de descubrir nosotros. Lovecraft se limita a relatarnos la cuidadosa preparación de la expedición y los sucesivos acontecimientos que llevan a descubrir una monstruosa cordillera desconocida, en cuyas primeras estribaciones aparecen los restos enterrados en el hielo de seres horrendos, minuciosamente descritos, una avanzadilla de lo que ha de venir después. Estos descubrimientos significarán para la biología "lo que Einstein para las matemáticas y la ciencia". "Su constitución recuerda a ciertos monstruos de los mitos primigenios, especialmente a los primordiales del Necronomicón".
Las montañas de la locura encierran un secreto que va mucho más allá de lo que Tolkien pudo imaginar en Mordor. Lovecraft es ese señor que en lo más profundo del horror encuentra una losa y la levanta, y debajo hay unas escaleras, y sigue bajando.
(Teo Gómez: Lovecraft, la antología; Océano, 2003)
Emiliano González, en su ensayo Farmacopea lovecraftiana, propone que su título proviene de un fragmento de “El hombre del hashish” de Dunsany, y las montañas provienen de libro Hashish y locura (1845) del Dr. Moreau.
El fragmento de Dunsany al que se refiere Emiliano es el siguiente:
Llegamos al cabo a aquellas montañas de marfil que se llaman los Montes de la Locura.
Y continúa:
Las montañas de la locura son asimismo un recuerdo de Alhazred, el árabe loco basado en Jim, amigo negro de Huckleberry Finn y árabe loco en una obra de teatro sobre un rey, en la novela de Mark Twain. Aunque este dato no figura en Lovecraft ni en sus críticos, es exacto, ya que Lovecraft asumía el nombre de Abdul Alhazred en un juego infantil y admiraba Las mil y una noches.
Las montañas de la locura provienen también de un fragmento del primer párrafo del capítulo XXVII del Quijote: “El cura le contó en breves razones la locura de Don Quijote, y cómo convenía aquel disfraz para sacarlo de la montaña donde a la sazón estaba”.
Por otro lado, Nelly Geraldine García-Rosas, en su artículo Lovecraft está vivito y coleando en Mercurio, encontró otra fascinante relación en Lovecraftian Science:
Roerich fue un artista y pintor ruso cuyo trabajo inspiró a
Lovecraft en algunos de sus escritos, particularmente “En las montañas de la
locura”. Mientras vivía en Nueva York,
Lovecraft visitó el Nicholas Roerich Museum y comentó que la pintura del
Himalaya era "espectacularmente cósmica tanto en la sugerencia del gran
tamaño de las montañas como en los colores vivos y distintivos utilizados".
"Tibet", 1933. |
Sin embargo, como ya se pudieron dar cuenta, la pintura que utilizaron para ilustrar la nota es de 1933 y el relato de 1931 (además de que Lovecraft sólo estuvo en Nueva York de 1924 a 1926). Por lo que se pudo haber referido a otra pintura de la serie Himalayas. Tal vez a alguna de estas:
"Snowy Ascent", 1924. |
"The range", 1924. |
"Everest range", 1924. |