ADIÓS A ROCAMADOUR / ANTONIO SONORA
Microreseña por Miguel Lupián.
Dios, si existiera, sería un cuento corto… aunque eterno.
José de la Colina
Una microficción siempre es un relámpago. La microficción sugiere, evoca, oculta, descubre. La microficción es un duende. Lo dijo Marcial Fernández y Antonio Sonora lo sabe, lo aplica.
Adiós a Rocamadour (Atemporia / Museo Biblioteca Pape, 2011) es una fábrica de fantasías que no admite despilfarros, desfalcos, desvíos, ni mucho menos operar en números rojos.
Historias donde un aprendiz de escritor y una niña que bautiza a las estrellas caminan de la mano; donde una pareja intenta capturar el momento perfecto de las orquídeas.
Adiós a Rocamadour es un armario lleno de videos caseros, máscaras, mariposas, fetiches y mapas, que desea ser explorado; un hermoso extranjero dormido a la orilla de un sembradío de flores.
En Adiós a Rocamadour las líneas se escapan de la mano buscando circos o un buen film de terror.
Antonio Sonora pica la piedra de lo cotidiano hasta dar con la pepita de lo fantástico y nos ofrece historias que prometen no abandonarnos a pesar del trabajo, la televisión, el internet…
Pero como los cuentos deben escucharse de su propia voz y no de terceros, me permito compartirles una historia que ejemplifica lo brevemente mencionado:
VIDEO CASERO
Play. Él tiene una rutina única que lo hace olvidarse de sus penas. Cuando ella está gritando y le reclama las cosas que ha perdido por estar a su lado, él se imagina descuartizándola salvajemente con un cuchillo de cocina. Se ha comprado un delantal y cada tarde le da filo al más grande cuchillo con que ella corta la carne. Secretamente ha practicado los puntos exactos de los cortes, basado en cómo los carniceros destazan los animales.
Pero mientras pasa el tiempo, el cuchillo se ha quedado sin cortar su cuello, el delantal está intacto y blanquísimo. El no ha tenido el valor. Ahora ella ha empezado a gritarle. Él va rumbo a la cocina y tiene el cuchillo en sus manos. Ella se acerca y parece una res aproximándose. Más. Aún más. Cada vez más cerca hasta casi cortarle la respiración. Él tiene el cuchillo en sus manos, levanta el brazo, cierra los ojos, está decidido. Corte.
Este tipo de duendes brincan de las páginas de Adiós a Rocamadour sorprendiéndonos, haciéndonos reír maliciosamente.
Por todo esto, despedimos a Rocamadour y le damos la bienvenida a Antonio Sonora.
Informes y ventas: antoniosonora@hotmail.com
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