Cada que salgo de casa elijo un libro
para ir leyendo en el camino. Generalmente me decanto por uno pequeño o ligero.
Hace unos días tomé Almas visionarias
de Emiliano González (FCE, 1987) y, abriéndolo al
azar, leí el ensayo “El sistema de Austin Osman Spare”.
Al regresar a casa busqué imágenes de la
obra de Osman Spare y, al ver lo que arrojó el buscador, me sorprendí. Ya había
visto esas imágenes... ¿Dónde? Después de un rápido escaneo mental, me dirigí
al cajón donde tengo todas las revistas y periódicos que Emiliano González me
ha regalado. Sí, ahí estaba ese malvado ser en la portada de la Revista de
la Universidad de México (Volumen XXXVIII, Nueva Época, número 16, agosto de
1982).
Número que incluye El discípulo: una novela de horror sobrenatural. Esta novelita
maravillosa se incluyó después en Casa de
horror y de magia (Joaquín Mortiz, 1989) y en el número 84 de Material de Lectura (UNAM, 1991).
Lo especial de esta versión es que sólo
en la revista se puede leer la novela íntegra, sin censura (tengo pendiente
esta publicación, lo sé).
Regresando a Osman Spare, tanto la portada de la revista como las ilustraciones utilizadas para complementar la novela son dibujos de él, casi
todos obtenidos de A book of Satyrs
(1907).
Las imágenes grotescas pero bellas le van
como anillo al dedo al texto de Emiliano González:
Así inicia “El sistema de Austin Osman
Spare”:
Desde los siete años, Austin Osman Spare
(1886-1956) estableció contacto con el otro mundo a través de Mrs. Paterson,
una vieja adivinadora repulsiva que podía convertirse, a voluntad, en una
jovencita bellísima. Fue esa descendiente de las brujas de Salem quien incitó
al niño en las prácticas eróticas y en las teorías herméticas. “Precocidad” es
la palabra más adecuada para calificar a este demonio que a los quince años
vivía con otra vieja, a la que preñó (problema solucionado gracias a un
nacimiento fatalmente prematuro) y que a los dieciocho exhibía sus dibujos en
la Royal Academy, considerados “geniales” por el experto John Singer Sargent.
Un año más tarde publicó su primer libro: El
infierno terrestre, colección de aforismos curiosamente facturados y de
dibujos hórridamente bellos. Le siguieron, en exquisitas ediciones limitadas, El libro de los sátiros (1907), El libro del placer (1913), Los murmullos de Aaos (1921) y El sermón a los hipócritas (1927).
Concluiré rescatando una frase que a su
vez Emiliano González rescató del ocultista:
Quien logra hacer de lo feo una nueva
estética tiene verdadero arrojo.
¡Hola!
ResponderEliminarHace apenas un par de semanas descubrí un poco de la literatura de Emiliano González y, mientras buscaba más información sobre él, di con tu blog. Por ello es que me he animado a hacerte una pequeña consulta.
En el libro "Historia Mágica de la Literatura 1", él hace mención a un cuento suyo que me ha dado muchísima curiosidad, se titula "Lo que trajo la red", ¿es muy difícil conseguirlo? Leí que lo publicaron hace un par de años en una antología de Penumbria, ¿sabes si ha sido publicado en otro libro o si de plano es muy difícil de conseguir?
Saludos :)