“Hasta
Bivar ovieron agüero dextero / desde Bivar ovieron agüero sinistro”; ésta es la
primera utilización del término [siniestro] en castellano, en el Cantar del Mío Cid.
Opuesto a diestro, en sentido local y simbólico, siniestro hace referencia a
zurdo y torcido. Agüero siniestro es mal agüero: ya en su inicio el término se
asocia al hado malo, al destino aciago, a la suerte torcida. Ave de mal agüero
es, entonces, pajarraco siniestro, portador de infortunio. El hado malo puede
provenir de un encantamiento o sortilegio que ciertos seres pueden producir con
sólo echar una mirada: el mal de ojo. Una mirada atravesada o envidiosa puede
producir un rumbo torcido en el ser que haya sido “fascinado” (como cuando la
serpiente áspid “fascina” a su víctima tornándola estática por hipnosis con
sólo mirarla). Envidia viene de invidia,
del verbo invideo: mirar con recelo,
mirar maliciosa o rencorosamente, dirigir una mirada maligna sobre otro; y de
ahí envidiar, estimar algo -objeto o atributo- que está en posesión de otro. Se
sobreentiende que esa mirada envidiosa produce el infortunio en quien se
deposita, de ahí que el mal de ojo de esa mirada pueden producirlo algunos
seres provistos de poderes (brujos). De hecho, siniestro hace referencia
también al efecto que resulta del ejercicio de un poder malévolo que se ejerce,
generalmente a distancia, por contacto o sustracción de objeto, o por simple
arrojo de mirada, sobre un ser desprevenido. Ese efecto es siempre una
torcedura en el rumbo vital, un malfortunio, un hado desdichado. Uno de los
sobrenombres más expresivos de Satanás, el adversario de Dios, es El Envidioso.
Eugenio Trías / Lo bello y lo siniestro
No hay comentarios:
Publicar un comentario