Con Las ciudades sumergidas inicia El pecado y la noche (1913) de Antonio de Hoyos y Vinent, autor recomendado por Emiliano González y del que pronto escribiré algo.
LAS CIUDADES SUMERGIDAS
Agua, fuego, lodo. Quiméricas nubes de maravilla
que dormís sepultadas por una venganza de la Naturaleza; ciudades en que
florecieron los siete pecados, en que las manos bíblicas trazaron sus
misteriosos conjuros y las voces de los Profetas fulminaron anatemas; ciudades
de pecado y de abominación en que las cortesanas bailaron desnudas en los
templos y las reinas se prostituyeron a los mercenarios; ciudades de leyenda en
que reinó la Lujuria, en que los apóstoles fueron lapidados y la hija del Rey
de Is evocó al Demonio. Los hombres os han hecho salir a la superficie, han
arrancado la lava que el cielo escupió sobre vosotras, y cínicas, desnudas en
vuestra liviandad, vais surgiendo en los lúbricos frescos de vuestros lupanares
y en los libertinos mosaicos de vuestros baños patricios. Algunas veces, en las
estancias recatadas de una habitación, surge una momia en un espasmo de
lubricidad grotesca.
Y su gesto es el mismo gesto de siempre.
Y el Demonio ha vuelto a reinar sobre la Tierra.
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