Los lunes son días deprimentes; cortan de tajo la inercia del fin de semana. Poseen la maldición de presentarse inmediatamente después del encuentro con nosotros mismos. Sin quererlo, se plantan como murallas donde se estrellan nuestros sueños regresándonos a la vulgar realidad.
¿Trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?
En esta nueva sección de cada lunes se expondrán fragmentos de ensayos contra el trabajo.
Me quedo con una frase que escuché en algún lugar:
El trabajo me da para comer, pero las artes me dan para vivir.
"¿Puede haber algo más necio que la sensibilidad de ciertos hombres, me refiero a aquellos que se jactan de prudentes? Están ocupados y se afanan en ver cómo podrían vivir mejor, sin darse cuenta de que ¡planean su vida a costa de su vida! Hacen proyectos a largo plazo, cuando la dilación es la mayor pérdida de vida; suprime siempre el día de hoy, nos despoja del presente mientras promete lo que vendrá. El mayor obstáculo para vivir es la expectativa; nos perdemos el ahora por estar pendientes del mañana. Dispones de lo que está en manos de la fortuna y dejas pasar lo que está en las tuyas.
¿Dónde pones la mira? ¿Adónde te diriges? Todo lo que está por venir es incierto: vive el momento actual. He aquí que Virgilio, el mayor poeta, como inspirado por boca divina, canta este saludable verso:
Los mejores días de la vida son los primeros que escapan a los míseros mortales.
¿Por qué vacilas?, pregunta. ¿Por qué te detienes? Si no lo aprovechas, el tiempo huye. Y aunque lo aproveches, también huirá. De modo que hay que luchar contra la celeridad del tiempo empleándolo a toda velocidad, como el que bebe a toda prisa de un torrente raudo que no ha de fluir por siempre. También para censurar la vacilación interminable habla el poeta, sino de los mejores días.
¿Cómo es que tú, confiado y lento, en esta apresurada huída del tiempo, te prometes una larga serie de meses y años a la medida de tus deseos? El poeta te habla sólo de días y de cómo se disipan. ¿Cómo poner en duda que los mejores días son también los primeros que escapan a los míseros mortales, esto es, a los hombres ocupados? A sus espíritus todavía pueriles los agobia la vejez, a la que llegan desarmados y sin haberse preparado. En efecto, nada se ha previsto; de repente y sin pensarlo cayeron en ella, pues no advirtieron que día a día se iba acercando. Del mismo modo que una lectura, una conversación o un pensamiento un poco más profundo capturan la atención de los viajeros, y de golpe se percatan de que ya llegaron sin haberse dado cuenta de que se acercaban al final del viaje, así este constante y velocísimo camino de la vida, que hacemos al mismo paso los dormidos y los despiertos, no se revela a los atareados más que al último. "
¿Trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?
En esta nueva sección de cada lunes se expondrán fragmentos de ensayos contra el trabajo.
Me quedo con una frase que escuché en algún lugar:
El trabajo me da para comer, pero las artes me dan para vivir.
"¿Puede haber algo más necio que la sensibilidad de ciertos hombres, me refiero a aquellos que se jactan de prudentes? Están ocupados y se afanan en ver cómo podrían vivir mejor, sin darse cuenta de que ¡planean su vida a costa de su vida! Hacen proyectos a largo plazo, cuando la dilación es la mayor pérdida de vida; suprime siempre el día de hoy, nos despoja del presente mientras promete lo que vendrá. El mayor obstáculo para vivir es la expectativa; nos perdemos el ahora por estar pendientes del mañana. Dispones de lo que está en manos de la fortuna y dejas pasar lo que está en las tuyas.
¿Dónde pones la mira? ¿Adónde te diriges? Todo lo que está por venir es incierto: vive el momento actual. He aquí que Virgilio, el mayor poeta, como inspirado por boca divina, canta este saludable verso:
Los mejores días de la vida son los primeros que escapan a los míseros mortales.
¿Por qué vacilas?, pregunta. ¿Por qué te detienes? Si no lo aprovechas, el tiempo huye. Y aunque lo aproveches, también huirá. De modo que hay que luchar contra la celeridad del tiempo empleándolo a toda velocidad, como el que bebe a toda prisa de un torrente raudo que no ha de fluir por siempre. También para censurar la vacilación interminable habla el poeta, sino de los mejores días.
¿Cómo es que tú, confiado y lento, en esta apresurada huída del tiempo, te prometes una larga serie de meses y años a la medida de tus deseos? El poeta te habla sólo de días y de cómo se disipan. ¿Cómo poner en duda que los mejores días son también los primeros que escapan a los míseros mortales, esto es, a los hombres ocupados? A sus espíritus todavía pueriles los agobia la vejez, a la que llegan desarmados y sin haberse preparado. En efecto, nada se ha previsto; de repente y sin pensarlo cayeron en ella, pues no advirtieron que día a día se iba acercando. Del mismo modo que una lectura, una conversación o un pensamiento un poco más profundo capturan la atención de los viajeros, y de golpe se percatan de que ya llegaron sin haberse dado cuenta de que se acercaban al final del viaje, así este constante y velocísimo camino de la vida, que hacemos al mismo paso los dormidos y los despiertos, no se revela a los atareados más que al último. "
LUCIO ANNEO SÉNECA
Seguramente un lunes nació esta célebre frase:
ResponderEliminar"La vida es una Barca" - Calderón de la mierda.