sábado, 22 de agosto de 2009

LA HISTORIA INTERMINABLE

"Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.

La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros."

Hablar de la siguiente historia me trae muy buenos recuerdos. Tenía alrededor de siete años cuando en el cine del castillito -con madre, padre y hermana- me adentré en el mundo fantástico de La Historia Sin Fin.
En esa época (1984) los cines eran de una sola sala y vendían productos relacionados a la película en la banqueta; recuerdo no haberme quitado a AURYN por mucho tiempo.

La película es dirigida por el alemán Wolfgang Petersen (Das boot; La tormenta perfecta, Troya) y nos narra la fantástica historia que le sucedió a Bastián al encontrar un extraño libro titulado La Historia Interminable.

La Historia Interminable (Die unendliche geschichte) fue escrita por el alemán Michael Ende en 1979.

La novela es realmente fantástica. Historia tras historia, personaje tras personaje... como su nombre lo dice: es interminable. No queremos que termine, queremos que siga y siga.
Es el sueño de todo lector: ser parte de la historia que se está leyendo y olvidar por un momento los problemas que lo aquejan.

La película sólo toma la primera mitad del libro, y aún así no cuenta ni el 10% de esa mitad. Bien se pudo haber hecho una trilogía estilo la de El Señor de los Anillos, pero ésta sólo dura 92 minutos.
Como ya hemos visto, el lenguaje cinematográfico y el literario son distintos; así que se hicieron varios cambios: como la piel verde oliva de Atreyu que en la película sólo es apiñonada y un Bastián gordo y con las piernas chuecas es sustituído por uno flacucho.
Por cuestiones de tiempo (y presupuesto) prescindieron de personajes y lugares maravillosos.

El final de la película es sólo la mitad del libro. Después la novela nos cuenta cómo Bastián Baltasar Bux ingresa al mundo de FANTASÍA y todas las aventuras -que lo llenarán de conocimiento- que tiene que pasar para regresar a su mundo: el de los humanos.
La imaginación de Ende es impactante al igual que sus mensajes (sutiles).
En color rojo está escrita la historia del mundo humano y en verde la de FANTASÍA. Esto hace más fácil la lectura, sobre todo para los pequeños lectores.

Después de 25 años, estaba emocionado de volver a ver la película. Los efectos visuales siguen siendo maravillosos aunque los especiales ya se ven un poco obsoletos; aún así tiene ese toque que las películas actuales han perdido: te llega al corazón.
La canción principal es todo un clásico (otro punto que ha perdido el cine actual).
A pesar de los cambios ya mencionados y de que se distorsiona un poco el mensaje de Ende, cumple su cometido: poner a trabajar a nuestra imaginación.

Cada uno de los XXVI capítulos del libro (que inician con cada letra del abecedario) está lleno de fantasía: personajes entrañables; lecciones de vida y de una imaginación insuperable.
Es un libro que tiene que leerse, no importa si tienes 9 ó 30 años.

"No le gustaban los libros en que, con malhumor y de forma avinagrada, se contaban acontecimientos totalmente corrientes de la vida totalmente corriente de personas totalmente corrientes. De eso había ya bastante en la realidad y, ¿por qué había que leer además sobre ello? Por otra parte, le daba cien patadas cuando se daba cuenta de que lo querían convencer de algo. Y en esa clase de libros, más o menos claramente, siempre lo querían convencer a uno de algo.

Bastián prefería los libros apasionantes, o divertidos, o que hacían soñar; libros en los que personajes inventados vivían aventuras fabulosas y en los que uno podía imaginárselo todo."

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